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La Emperatriz Se Volvió A Casar – Novela Capítulo 385:Voluntad (2)

Capítulo de novela - 83 párrafos

Como Evely vivía en el Palacio del Sur, pudo enterarse del escandaloso juicio del matrimonio Isqua en cuestión de horas.

Se enteró de que los Isqua, quienes habían hecho tanto para proteger a la Emperatriz Rashta, revelaron por su cuenta que Rashta no era su verdadera hija.

Evely chasqueó la lengua tan pronto como el mago de la corte le contó lo sucedido.

—Tienen personalidades tan parecidas que no puedo creer que sean una familia falsa. Es bastante curioso. ¿De verdad no son sus padres? ¿Podría ser un plan entre esos tres?

El mago de la corte también chasqueó la lengua.

—No lo creo, ¿Cómo puedes ser una chica tan pesimista?

—Maestro, eso es porque usted no vivió lo que yo viví. Si viera el mundo desde mis ojos, se daría cuenta de que es un lugar retorcido.

—¿Y yo qué? ¿También parezco una persona retorcida a tus ojos?

—Seré honesta con usted el día que se jubile y me deje su puesto como mago de la corte.

Cuando los ojos del mago se entrecerraron, Evely guardó silencio y salió apresuradamente del laboratorio con un frasco. Al irse, el mago la señaló y murmuró:

—Estás en problemas mañana.

A Evely le divirtió la amenaza, y se alejó con una sonrisa.

Aunque la reprendía con frecuencia, el mago de la corte había sido la persona que más se preocupaba por ella últimamente. No la cuidaba como un padre, sino como un amigo cercano de la familia. A veces lo sentía como un pariente.

Era suficiente para hacer feliz a Evely.

La Emperatriz Navier había sido su benefactora y aún la consideraba como tal, pero existía una distancia inevitable debido a su posición como Emperatriz.

En cambio, el mago de la corte no era un benefactor, sino alguien cercano a ella. Aunque ninguno de los dos era su familiar, ambos eran muy importantes para Evely.

En ese momento, su ánimo era verdaderamente excelente porque la Emperatriz Rashta y el matrimonio Isqua, a quienes tanto odiaba, estaban cayendo.

Bajó las escaleras y caminó hacia su habitación, solo para encontrar a una mujer vestida formalmente frente a la puerta.

Nunca había visto a esa mujer antes, así que preguntó con cautela.

—¿Quién es usted?

La mujer no respondió, en cambio ajustó sus gafas y preguntó,

—¿Es usted la señorita Evely? ¿La asistente del mago de la corte?

—…sí, soy yo.

Evely miró con desconfianza la puerta cerrada.

¿Pudo haber robado algo mientras yo estaba en el laboratorio?

La mujer no parecía una ladrona, pero aún así despertaba sospechas.

La mujer notó que Evely estaba en guardia, pero habló con calma de todos modos.

—Soy la administradora de la herencia de los padres de la señorita Evely.

—¿Qué? ¿Mis… mis padres?

Evely preguntó desconcertada mientras retrocedía.

—¿Es usted una estafadora?

Después de haber pasado toda mi vida como huérfana, ahora aparece de repente una mujer que dice ser la administradora de la herencia de mis padres. Claramente está mintiendo.

La mujer le mostró el pase de acceso al palacio imperial y la licencia estatal de administradora de herencias.

Evely le echó un vistazo, pero no tenía manera de saber si era falsa o auténtica porque no estaba familiarizada con ese campo.

Aun así, fingió reconocerla y preguntó con los ojos muy abiertos,

—¿Por qué está aquí?

La mujer explicó,

—Señorita Evely, sus padres la han estado buscando todo este tiempo. Afortunadamente, ahora ha sido encontrada.

—¿Pero por qué vino una administradora de herencias… en lugar de mis padres? ¿Mis padres quieren que asuma sus deudas? Aun me parece una estafa.

—No son deudas, es su fortuna.

—¿Su fortuna?

Evely frunció el ceño. Si la administradora de herencias hubiera venido a decir que debía asumir sus deudas, sin duda sería una estafa, pero esto era un poco menos sospechoso.

—¿Por qué mis padres me dejarían su fortuna?

—Han fallecido.

—¿Han… fallecido… los dos?

—Así es. En su testamento pidieron que se encontrara a su hija y se le dejara su fortuna.

Evely quedó atónita ante la noticia inesperada. Una administradora de herencias le hablaba repentinamente de sus padres, la fortuna que le habían dejado y que habían muerto…

—Es una suma enorme. Si no me cree, puede llevar a otra persona para el trámite de la herencia.

—¿Realmente está hablando de mis padres?

Preguntó Evely mientras algunas lágrimas caían por sus mejillas. Los padres que nunca tuvo. Los padres que odió toda su vida porque pensó que la habían abandonado. Los padres que creyó no necesitar.

Mis padres murieron mientras me buscaban, y aun después de su muerte pidieron en su testamento que continuaran con la búsqueda.

Evely sintió un vacío y tristeza en un rincón de su corazón.

Ni siquiera podía pensar en la herencia. Se le llenaron los ojos de lágrimas.

La mujer la miró con una expresión complicada y asintió en silencio.

Evely preguntó mientras se limpiaba las lágrimas.

—¿Cómo se llaman mis padres? ¿Cuándo murieron? ¿Son del Imperio del Este? ¿Y mis parientes? ¿Fueron enterrados tras su muerte? ¿Puedo visitar sus tumbas?

Aunque nunca sintió la necesidad de saber sobre sus padres, esas preguntas surgieron espontáneamente.

Pero la mujer negó con la cabeza y no respondió ninguna de las preguntas.

—Discúlpeme, señorita Evely. Sus padres me pidieron que no revelara sus nombres.

—¿Por qué…?

—No eran buenas personas. Sentían tanta vergüenza que me instruyeron no decirle sus nombres a la señorita Evely.

Evely parpadeó con incredulidad y exclamó entre lágrimas,

—¡Es absurdo! ¡No me importa si eran malas personas! ¡Usted me dijo que mis padres nunca dejaron de buscarme, pero ni siquiera puede decirme sus nombres!

Las lágrimas volvieron a salir de sus ojos. Cuando volvió en sí, el frasco que sostenía con fuerza en la mano ya estaba inclinado, y el líquido en su interior caía al suelo.

—Está escrito en el testamento.

—¡Qué tontería!

—…aunque no eran buenas personas, siempre amaron a la señorita Evely. Nunca perdieron la esperanza de encontrarla.

Evely negó con la cabeza mientras le ardían los ojos.

No puede ser. ¿Qué clase de padres dicen que aman a su hija, le dejan su fortuna, pero no revelan sus nombres?

—No están muertos, ¿Verdad? Solo me dejaron una parte de su fortuna porque temen que me convierta en una molestia. ¿Soy la hija ilegítima de algún noble?

La administradora respondió con una sonrisa amarga.

—No, no lo es.

De hecho, aunque era cierto que le dejaban su fortuna y que nunca dejaron de buscarla, todo era una mentira.

Los padres de Evely aún estaban vivos. Eran los protagonistas del juicio que causó conmoción en todo el país.

Sin embargo, no querían que sus nombres se asociaran con el de Evely. Querían que su hija recibiera toda su fortuna, en lugar de convertirse en la descendiente de una familia llena de deshonra.

—También le dejaron estas últimas palabras.

Evely aceptó el papel y lo leyó con un nudo en la garganta.

Te amamos, te amaremos por siempre. Nunca te abandonaríamos, así que si pensaste eso, te pedimos que lo olvides. No pudimos protegerte mientras vivíamos, pero prometemos protegerte desde el más allá.

Evely alzó la mirada mientras lloraba en silencio. La administradora de herencias le extendió un pañuelo con una sonrisa triste.

Traducido por: Valiz

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