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La Emperatriz Se Volvió A Casar – Novela Capítulo 422:Hipnotizado (1)

Capítulo de novela - 103 párrafos

Tan pronto como me di la vuelta, avergonzada, vi a Heinley doblado de risa. Tenía las manos en el estómago y el cuerpo le temblaba.

Si Heinley no deja de reírse ahora mismo, tendrá que enfrentar las consecuencias. Lo miré ferozmente, pero Heinley ni siquiera podía enderezarse para mirarme.

—¿Mi actuación fue tan mala?

Cuando le pregunté al Gran Duque Kapmen, él desvió la mirada.

Ya veo. Fue mala.

Mastas cruzó los brazos y ofreció su opinión honesta.

—Su Majestad, no todos los plebeyos hablan como sinvergüenzas.

—Ah, sí... lo sé.

Por supuesto que lo sabía. He conocido a plebeyos en el salón de audiencias todos los días y he escuchado sus historias, ¿Cómo no iba a estar familiarizada con su forma de hablar? Incluso si intentaban hablar más formalmente de lo normal cuando estaban frente a mí, sabía que la forma de hablar que imité no era la norma para todos los plebeyos.

—Pensé que parecería una noble a primera vista si hablaba como de costumbre, como dijo el Gran Duque Kapmen. Así que usé la forma de hablar más diferente que se me ocurrió.

Mis damas asintieron con comprensión. Nadie comentó más sobre por qué había hablado como una sinvergüenza.

Sin embargo, había un travieso águila que seguía riéndose a carcajadas.

Fui hacia él y congelé la hierba bajo sus pies. Heinley seguía doblado, así que no notaría mi enojo a menos que hiciera algo así.

Como esperaba, Heinley dejó de reír, se enderezó y preguntó con una expresión seria.

—Por cierto, mi Reina. ¿Qué fue lo que dijiste? ¿Le pediste al Gran Duque Kapmen que te acompañara a un lugar agradable?

—No, solo estaba fingiendo ser una plebeya ruda.

—¿Por qué?

Se había burlado de mí hace un momento, así que quería hacerlo sufrir de curiosidad.

Sin embargo, si realmente quería hacerme pasar por una plebeya para aprender a dominar mi magia, necesitaba que Heinley aceptara mi plan de reunirme con el amigo del Gran Duque Kapmen.

Cuando le expliqué la situación, el rostro de Heinley se tensó con preocupación.

—¿No hay otra alternativa?

—Los únicos magos con habilidades relacionadas con el hielo que conozco están asociados al Imperio del Este.

Los magos tienden a ocultar su habilidad tanto como pueden, ya que pueden usar su magia como un arma secreta para defenderse.

—Ahora que tengo este poder, debo aprender a usarlo correctamente...

Mientras hablaba, me sorprendió la expresión de Heinley.

—¿Estás preocupado?

¿Quizá temía otro ataque sorpresa? Aunque me haría pasar por una plebeya, aún podría llevar guardias conmigo, pero puede que Heinley se preocupara de todos modos.

—No, no es eso.

Heinley negó con la cabeza.

—No estoy preocupado porque los guardias te escoltarán. Además, es alguien relacionado con el Gran Duque Kapmen, así que puedo estar tranquilo.

Heinley hizo una pausa y le sonrió al Gran Duque Kapmen. Parecía confiar plenamente en él. Desde que me salvó, la percepción de Heinley sobre el Gran Duque Kapmen parecía haber mejorado notablemente.

—¿Entonces?

—Creo que cualquiera notaría si te haces pasar por plebeya, mi Reina.

¿Mi actuación era tan mala?

Cuando fruncí el ceño, Heinley rodeó mi cintura con los brazos.

—¿Qué te parece si hacemos esto, mi Reina…

—¡Su Majestad, Su Majestad!

Heinley no pudo terminar su sugerencia porque un caballero se acercó a él con urgencia. El caballero tenía una expresión apremiante en el rostro. Se detuvo frente a nosotros sin aliento, así que habló entre jadeos,

—Ha llegado. El Emperador del Imperio del Este está aquí.

El ambiente agradable y sereno cambió en un instante.

La Condesa Jubel dejó caer la pieza de ajedrez que sostenía. Mastas se mordió los labios y juntó las manos. Los ojos del Gran Duque Kapmen se movían de un lado a otro mientras escuchaba los pensamientos de todos.

La sonrisa de Heinley había desaparecido por completo, frunció los labios y se volvió serio. Pero pronto, una sonrisa indiferente apareció en su rostro.

—Ya que nuestro invitado ha llegado, debemos darle la bienvenida.

Luego su mirada se volvió hacia mí. Como si quisiera que lo acompañara.

Sin embargo... podía notar que su sonrisa no era tranquila ni indiferente. Heinley solo estaba fingiendo. Podía ver que por dentro se sentía todo lo contrario.

—No me siento bien en este momento. Necesito descansar.

Así que decidí mentir.

—Creo que me esforcé demasiado con la práctica de magia.

Me froté el cuello y también las muñecas. Aunque claramente fingía estar agotada, nadie lo cuestionaría.

—Está bien, mi Reina. Yo me encargaré.

Especialmente no Heinley.

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Cuando entré en el salón, mis damas de compañía preguntaron con ansiedad.

—¿Su Majestad, realmente no se siente bien?

—¿Se excedió usando magia?

—¿Deberíamos llamar al médico del palacio?

Estaba segura de que todas sabían que solo fingía estar enferma para no encontrarme con Sovieshu. Aun así, mis damas se preocuparon de todos modos.

—Estoy bien.

Se relajaron un poco cuando moví la mano para indicar que estaba bien, y me senté en el sofá.

—¿Pueden traerme un vaso de leche tibia?

Era mentira que me sintiera mal por el esfuerzo, pero sí estaba mentalmente agotada.

Esta vez logré evitarlo, pero no podría evitar a Sovieshu durante dos semanas.

Si lo evitaba, no solo sería descortés con el Emperador del Imperio del Este, sino también desagradecida, ya que Sovieshu envió a Evely sin dudar cuando estuve en coma. Ahora incluso nos prestaría un grupo de magos. Tendría que agradecerle personalmente.

Me preguntaba sobre la salud de Sovieshu. Cuando se lesionó, Evely estaba aquí, lo que retrasó su tratamiento con magia curativa. Pero si pudo venir hasta aquí con el pretexto de su recuperación, parece poco probable que estuviera gravemente herido.

Lo que más me preocupaba era Heinley. Por mucho que le dijera que era mi esposo y el único hombre que amaba, Heinley estaba triste.

Después de pensar un rato, decidí preparar un regalo especial para Heinley.

—Señorita Rose, ¿Puede traerme un caballete, un lienzo y materiales para pintar?

—¿Eh? ¿Quiere pintar?

Ya le había regalado a Heinley una obra de arte como obsequio. Pero en aquella ocasión, solo fue un boceto porque solo quería ilustrar su ‘baile especial’. Como resultado, Heinley se burló de mí a fondo.

Esta vez, intentaré borrar la impresión que tiene de mis talentos artísticos con esta pintura, que le enviaré como regalo.

Al cabo de un rato, Rose regresó con la pintura y los pinceles, y un sirviente trajo un caballete y una silla.

Cuando me senté frente al caballete y tomé un pincel, Laura acercó una silla pequeña y se sentó a mi lado.

—¿Qué planea pintar?

Mastas y Rose también se acercaron y se colocaron detrás de mí. Todas querían ver.

—Creo que Su Majestad Heinley tiene muchas cosas en mente, así que quiero aliviar su ansiedad con una pintura.

—Increíble. Suena fantástico solo al escuchar el concepto.

—¡Qué considerado de su parte!

—¿Tiene una idea de qué hacer?

—Por supuesto. El título será ‘Te amaré hasta que la muerte nos separe’.

—¡Maravilloso!

—¡Qué romántico!

—¡Qué apasionado!

Las voces de mis damas estaban llenas de entusiasmo. Mientras escuchaba sus cumplidos, pinté una tumba y luego dos anillos entrelazados.

Después de pintar el fondo, giré el caballete para que todas pudieran apreciar el resultado. Rose y la Condesa Jubel aplaudieron por lo hermoso que era.

—Es como el título que pensó Su Majestad.

—El Emperador Heinley se sentirá mejor cuando lo vea.

Lo hice simple porque no tenía mucho tiempo, así que los elogios de mis damas fueron un poco exagerados.

Pero eso me hizo feliz.

—Sin un marco no parecerá una pintura hecha con amor. A Heinley le encantan las joyas, así que sería bonito si el marco estuviera cubierto de ellas.

—Vamos a escogerlo juntas, Su Majestad.

—Sí, vamos.

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Navier fue a otra habitación a elegir el marco con la Condesa Jubel y Rose.

Mastas y Laura se quedaron atrás. Una vez solas, Mastas señaló la pintura y preguntó

—Como sabes, Laura, no sé mucho de arte. ¿Soy la única que interpreta el significado de la pintura como ‘te voy a matar’?

Laura comprobó que estaban solas antes de negar con la cabeza.

—Esa no es mi interpretación, pero la pintura también me da un poco de miedo.

—¿Por qué pintó una tumba de forma tan realista? ¿El arte se supone que es así?

—Yo tampoco lo sé. Tal vez sea algo que solo la Emperatriz y el Emperador entienden. Debe ser algo privado entre ellos.

Traducido por: Valiz

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