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La Emperatriz Se Volvió A Casar – Novela Capítulo 435:Decepción (2)

Capítulo de novela - 109 párrafos

Todo tipo de documentos sobre diversos asuntos estaban esparcidos sobre mi escritorio. Sin embargo, mi mente estaba en otra parte, así que no podía concentrarme en el trabajo.

Mientras golpeaba un papel con la punta de la pluma, aparecieron manchas negras de tinta. Finalmente, lo arrugué, lo dejé a un lado y coloqué una hoja nueva sobre el escritorio. Era la novena.

Suspiré al mirar un montón de papeles arrugados en una esquina del escritorio.

Todavía no sabía por qué Sovieshu estaba en un restaurante de mala muerte. Tal vez realmente fue allí debido al fenómeno de la disminución del maná.

Sin embargo, eso no quitaba el hecho de que Sovieshu peleó con un borracho por mi culpa. Si fue allí en secreto y rompió su fachada porque se enojó al oír insultos hacia mí…

Espero que recupere la memoria pronto.

El Emperador Sovieshu nunca habría hecho eso.

Preferiría que volviera el Sovieshu orgulloso y arrogante para poder odiarlo desde lo más profundo de mi alma.

¿No es cruel que la persona que me hirió ni siquiera recuerde por qué lo odio con todo mi corazón?

—Su Majestad. El Emperador Heinley está aquí.

Después de arrugar la novena hoja de papel en una bola, la visita de Heinley finalmente me obligó a detener este comportamiento sin sentido.

—Hazlo pasar.

Tiré los papeles arrugados a la papelera y organicé mi escritorio. Heinley entró justo cuando terminé.

—Mi Reina.

No quería pasar más tiempo en mi oficina, así que lo llevé a nuestro dormitorio. Cuando llegamos, Heinley se acercó a mí con los brazos abiertos, me besó en el cuello, las mejillas y las orejas. Luego dio un paso atrás.

Parecía aún más feliz de verme que de costumbre. ¿Sería porque habíamos estado separados todo el día?

Todas las emociones desagradables que se habían acumulado en mí comenzaron a disiparse. Su mera presencia me hacía sentir mejor.

—¿Tuviste un buen día de trabajo?

Antes de que Heinley pudiera responder, rodeé su cuello con los brazos y lo abracé con fuerza. Él era mi fortaleza.

—¿Reina? ¿Sabes lo bien que me hace sentir esto?

—A mí también me hace sentir bien.

—Me hace feliz estar contigo.

—Mi Reina… Reina. Navier.

Froté mi mejilla contra su pecho. Estar en su presencia mantendría a raya las emociones indeseables, la desagradable lástima y el malestar.

En ese momento, sentí que sus músculos en contacto con mi cuerpo se tensaban y contraían.

—Heinley. Respira.

Cuando levanté la vista, Heinley exhaló y frotó su frente contra la mía.

—¿Qué pasó mientras estuve fuera?

Una vez que lo abracé aún más fuerte, Heinley gimió suavemente, como si estuviera sufriendo.

—Mi Reina… siento que tengo un pie en el cielo y otro en este mundo.

—¿Por qué solo un pie en este mundo?

—Tú sabes por qué, Mi Reina.

Tomó mi mano con suavidad y la deslizó hacia abajo. Pronto pude sentir algo bastante duro.

Heinley suspiró profundamente, luego me mordió la oreja varias veces y susurró.

—¿Podrías esperar un momento?

Una vez que asentí y me aparté, Heinley se alejó torpemente y entró al baño.

También tenía el rostro un poco caliente, así que saqué mi abanico e intenté bajar mi temperatura. Luego salí a la sala de estar para ordenar la cena.

Cuando llegó la comida, la llevé al dormitorio.

Esperé a Heinley en la mesa. Cuando salió del baño, estaba un poco sonrojado, pero actuó como si nada hubiera pasado, se acercó con calma y se sentó frente a mí.

No quería que se sintiera avergonzado, así que abordé un tema serio de inmediato.

—Heinley. Fui a ver al amigo del Gran Duque Kapmen hoy y me encontré con Sovieshu.

Heinley respondió mientras retiraba la tapa de plata de la comida y la dejaba a un lado.

—Sí, lo sé. Hoy no pude vigilar al Emperador Sovieshu, así que le pedí a un amigo que lo hiciera por mí.

—¿Un amigo?

—Un pájaro.

—¿De la Tribu… Ave?

Me había parecido extraño que Heinley no pusiera a nadie a vigilarlo. No esperaba que fuera un miembro de la tribu de cabeza de pájaro.

Pensándolo bien, no había espía más adecuado. De ese modo, sería fácil saber todos sus movimientos.

—¿Sovieshu salió a investigar el fenómeno de la disminución del maná?

—No parecía ser el caso.

—¿De verdad?

—Deambulaba sin rumbo, como si solo saliera a despejar la mente.

—Mi Reina, no tienes que preocuparte. Lo vigilaré todo el tiempo.

—Eso me alegra.

—¿Y tú, Mi Reina? ¿Aprendiste más sobre la magia hoy? ¿Fue útil?

Mientras hacía varias preguntas seguidas, las comisuras de los labios de Heinley se curvaron de repente.

—¿El amigo de Kapmen se dejó engañar por la actuación de la Reina?

—No salió como esperaba.

Heinley rió. 

—¿Fue después de ver cómo actuabas?

¿Qué está insinuando este águila traviesa?

Cuando lo miré ferozmente, Heinley carraspeó y rápidamente cambió sus palabras.

—Para decir la verdad, no tengo dudas de que se dejó engañar por tu increíble actuación.

—No parece que eso sea lo que querías decir.

—Sí, eso es lo que quise decir.

—No, no lo es.

—Mi Reina, ¿No me crees?

—Tanto como tú crees en mis habilidades actorales.

Heinley guardó silencio y se apresuró a comer un trozo de carne de cangrejo de su plato, luego de repente fingió sobresaltarse por algo y exclamó.

—¡Oh! Mi Reina, he escuchado algo extraño.

—¿Estás tratando de salir del apuro cambiando de tema?

—No, realmente lo recordé. Es algo muy extraño…

—¿Qué es?

—Escuché que las damas de compañía de Mi Reina están detrás de un extraño rumor sobre el ‘maná’ que se está difundiendo. ¿Podría haber sido por órdenes de Mi Reina?

—¿Quién te dijo que mis damas de compañía están detrás de eso?

—Una persona común no podría averiguarlo, pero yo soy una pequeña excepción. ¿No hay un dicho que dice que los pájaros pueden escucharte durante el día?

Recordé el adagio, ‘Los pájaros escuchan de día, los ratones de noche.’

¿Se refiere a que alguien de su tribu se lo dijo?

En cualquier caso, era cierto. Me limpié la boca con una servilleta y oculté mi sonrisa.

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Necesito que vayas a algún lugar.

Cuando Sovieshu despertó por la noche, frunció el ceño al ver la nota sobre las sábanas.

La nota estaba escrita en una hoja de papel grande, más grande que la mayoría. Tal vez su yo diurno temía que su yo nocturno la pasara por alto.

Si alguien más la hubiera escrito, uno de sus subordinados naturalmente la habría quitado de la cama.

Pero nadie lo hizo. Sin duda porque Sovieshu se había escrito a sí mismo.

Debes ir a este lugar por la noche, así que no puedo hacerlo yo mismo.

Aunque había sabido de su otro yo gracias al Marqués Karl, Sovieshu nunca había intentado comunicarse con su yo diurno.

No había necesidad de hacerlo.

Ahora, su yo diurno había sido el primero en comunicarse. Sovieshu suspiró, arrugó el papel, lo dejó a un lado y se secó la frente con la mano.

Sovieshu no quería hacer nada. Ni siquiera quería pensar.

En su mente nublada, vio una imagen borrosa de un hombre con un chaleco blanco y una joya azul alrededor del cuello. Sentado junto a él…

Sovieshu volvió a suspirar, apartó las sábanas, se levantó y caminó hacia la ventana. El hecho de que ella no estuviera lejos le provocaba dolor y consuelo al mismo tiempo.

¿Existe una esperanza más terrible en este mundo?

Con los ojos cerrados, Sovieshu apoyó la frente contra la ventana.

Después de un rato, volvió a tomar el papel, lo alisó, revisó la ubicación que debía visitar y salió.

Si se tratara de una solicitud estúpida, no habría ido. Sin embargo, le inquietaba la palabra ‘maná’.

El Marqués Karl le había informado que su yo diurno estaba investigando el fenómeno de la disminución del maná, así que se preguntaba si habría descubierto algo.

Acompañado solo por el Comandante de los Caballeros, Sovieshu respiró hondo y se escabulló hasta el lugar indicado en el papel.

Parecía ser una de las muchas habitaciones vacías del Palacio Imperial. Una sala sin propósito particular. No había ningún caballero custodiando la puerta.

Después de ordenar al Comandante que montara guardia afuera, Sovieshu abrió la puerta y entró.

El interior estaba oscuro. No había cortinas, así que solo la luz de la luna que entraba por las ventanas iluminaba la habitación.

Sovieshu miró a su alrededor sin interés.

¿Qué podría haber aquí?

En ese momento, una voz fría y demasiado familiar vino desde un lado.

—Como esperaba, el propósito de su visita no era pedir perdón.

Traducido por: Valiz

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