La Emperatriz Se Volvió A Casar Novela capítulo 55

—Bueno. ¿Lo has considerado?

Rashta se sentó encorvada en su silla, mirando desconfiadamente al Vizconde Roteschu. Había logrado enviarlo de regreso la noche anterior porque ya era tarde, pero él había regresado por la mañana.

—¿¿Considerado qué??

—Unirse a mí.

El Vizconde Roteschu habló de manera relajada, como si no tuviera intención de irse. Rashta apretó con fuerza su taza de café, resistiendo el impulso de tirársela.

—Todos los nobles quieren volver a ganarse tu favor. ¿No es todo gracias a mi ayuda?

—¿Tu ayuda? Fue el Duque Elgy quien me ayudó.

—¿Y no fue gracias a mí que el Duque Elgy se unió a tu lado?

Rashta sonrió amargamente ante su descarada respuesta. Él emitió un pequeño sonido mientras juntaba las manos y descansaba su barbilla sobre ellas.

—Ahora necesito algo de dinero.

¿¿Quiere dinero?? Rashta se rió con desdén ante su solicitud. Aunque lo había esperado, no podía creer que estuviera pidiendo dinero tan temprano en la mañana.

¿Cómo puede ser alguien así?

Había odiado al Vizconde Roteschu durante mucho tiempo, pero ahora era aún peor. Sin embargo, él era un hombre influyente y poderoso, mientras que ella no tenía nada. Había enterrado su odio bajo su miedo, pero ahora que el miedo se había ido, los sentimientos de odio que antes estaban nublados comenzaron a salir.

Como ahora.

—Dijo que ayudaría a Rashta.

Habló fríamente, suprimiendo el impulso de gritarle insultos.

—No ha hecho nada y aún así ¿Quiere dinero?

—Fui a todo tipo de fiestas sin invitación para salvar tu reputación. ¿No fue eso ayuda?

—Nada sirvió hasta que apareció el Duque Elgy.

Su voz fue áspera y rápidamente continuó.

—Solo para que lo sepa, al Duque Elgy no le importa si soy una esclava o no, así que no intente chantajearme por esto.

—¿Lo dijo ahora?

—Sí.

Tsk tsk tsk tsk tsk.

El visconde Roteschu chasqueó la lengua y se reclinó en su silla.

—Realmente crees eso. Se te está acabando el tiempo, Rashta.

Ella ya no quería hablar con él. Se inclinó hacia el timbre, pero él lo apartó.

—Mi silencio tiene un precio, Rashta. Estoy criando a tu bebé, así que al menos deberías estar dispuesta a pagar los gastos.

—¿Los gastos?

—¿Sabes cuánto cuesta vestir, criar y alimentar a un bebé? Deberías pagarlo, claro. ¿Crees que debería criarlo gratis?

La mandíbula de Rashta se cayó. Su manera altiva encendió su ira, pero despotricar contra él no era la solución al problema. Ni siquiera sabía si el bebé era suyo.

—¿Cuánto necesita?

—Bueno, el costo de vida y comida ha bajado… veamos. Unas cien krut o algo así están bien.

—…

—Las joyas son un pago aceptable si no tienes dinero.

Rashta fue a su caja de joyas y sacó tres de sus anillos más pequeños y poco atractivos, luego se los tendió. Pensó que era un desperdicio, pero era mejor que él comenzara a difundir rumores sobre un bebé.

—Oh, estos son hermosos.

El Vizconde Roteschu seleccionó un anillo con el que estaba satisfecho y lo metió en su bolsillo. Mientras Rashta lo miraba, pensó,

Este no es el momento. Necesito averiguar sobre el bebé antes de que haga más demandas.

Antes de que el Vizconde Roteschu trajera al bebé, tenía que ir a su finca y confirmar su identidad por sí misma. Y si resultaba ser falso...

Rashta apretó con fuerza su falda. Cualquiera que fuera el resultado, podría volverse loca.

—Ah, Rashta. ¿Puedo darte un consejo?

El Vizconde Roteschu se levantó de su asiento, mirándola desde arriba con una sonrisa burlona.

—Ayer, el Emperador y la Emperatriz fueron a la villa, ¿No?

—¡¿Qué?!

—Debieron estar pasándola bien solo los dos allí. La Emperatriz podría intentar cambiar los sentimientos del Emperador.

—¿De qué habla?

—Tú entiendes eso muy bien.

Él soltó una risa divertida y guiñó un ojo hacia el bastón que estaba apoyado en la mesa.

—Pobre Rashta, tan sola. Si el Emperador se cansa de ti, te abandonará. Así que piensa en aceptar mi ayuda. Espero que seas un poco más cooperativa la próxima vez.

Le dio una palmada en el hombro y silbó mientras se iba. En cuanto se fue, Rashta lanzó su taza al otro lado de la habitación.

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La ansiedad que le causó el Vizconde Roteschu creció aún más cuando el barón Lant llegó a verla durante la cena.

—Señorita Rashta, temo que el Emperador no podrá regresar mañana.

—¿Qué?

Rashta tuvo que tragarse su filete, y miró al barón Lant sorprendida.

—¿Por qué? ¿No es hoy el cumpleaños de la Emperatriz? ¿Por qué no regresaría mañana?

—Ese era el plan original…

Suspiró.

—El Emperador está enfermo. Un hombre vino apresuradamente de la villa para informarnos.

No parecía optimista sobre el estado del Emperador, y Rashta sintió que su sangre se drenaba.

—Su Majestad está enfermo...

Su rostro palideció, y el Barón Lant pensó que estaba profundamente preocupada por su amante.

—Oh no, señorita Rashta, no es tan grave. No se preocupe.

Pero ella no estaba escuchando sus palabras. ¿Estaba realmente enfermo Sovieshu? Tal vez el Emperador y la Emperatriz querían pasar más tiempo juntos porque se llevaban bien.

Pero aunque estuviera enfermo, eso seguía siendo un problema. Si la Emperatriz se quedaba a su lado y lo cuidaba, podría olvidar sus sentimientos por Rashta.

—La señorita Rashta realmente ama al Emperador.

—Sí...

Rashta dudó antes de hacer una pregunta.

—Barón Lant, ¿Puede Rashta ir a la villa? Rashta quiere cuidar a Su Majestad.

—Lo siento. Darle permiso está fuera de mi poder.

—Ah...

—Pero el Emperador y la Emperatriz la enviarán a buscar si desean que esté allí.

Rashta asintió nerviosa.

Al día siguiente, sin embargo, las noticias empeoraron. Aunque Sovieshu no estaba gravemente enfermo, su fiebre no cedía y tuvo que quedarse una semana más. Eso no era bueno para ella.

Pero el Emperador y la Emperatriz no eran románticos ni siquiera antes de que yo fuera una concubina.

Su relación había sido distante durante años, y no pensaba que de repente se volvieran cercanos.

Rashta trató de mantenerse tranquila, pero no lo logró. Las amenazas del Vizconde Roteschu sobre su bebé nublaban su mente, y con la ansiedad sobre la Emperatriz encima, su corazón latía con rapidez.

El tercer día después de la visita del Vizconde Roteschu, el Duque Elgy expresó su preocupación por el estado de Rashta.

—Querida, no se ve bien últimamente. ¿Está bien?

—No.

—¿Qué pasa? ¿Es porque el Emperador está enfermo?

—Bueno...

Rashta dudó antes de hablar con cautela.

—Rashta siente un poco de lástima por la Emperatriz.

—¿Qué pasa con Su Majestad de repente?

—El Emperador está mal, pero es la Emperatriz quien se queda en la villa para cuidarlo. Incluso cuando ya sería conveniente que ella regresara.

—¿?

—Pero aunque se quede, el Emperador estará pensando constantemente en Rashta mientras está enfermo... por eso Rashta se siente incómoda.

Al ver su expresión melancólica, el Duque Elgy soltó una risa. Rashta abrió los ojos sorprendida. Su mandíbula estaba tensa como si intentara contener la risa.

—¿Por qué se ríe?

—Ah, lo siento. Pero es una mentira muy obvia, señorita.

—No. Tch. Rashta habla en serio.

—Lo siento, pero cuando se trata de hombres y mujeres, soy bastante sabio, ¿Sabe?

—¡¿?!

—Está bien. Estaba tan linda.

La miró pensativo, luego negó con la cabeza y continuó juguetonamente.

—Parece que le preocupa que la Emperatriz se acerque al Emperador nuevamente.

—Eso es...

—¿Qué tal esto?

El Duque Elgy se inclinó hacia ella, y su rostro se sonrojó. Sin embargo, no pudo resistir la curiosidad y dijo:

—¿Qué?

Lo que dijo a continuación la sorprendió.

—¿Debería tentar a la Emperatriz? Si ella me ama, no se acercará al Emperador. ¿Se sentiría mejor?

—¡Ah!

—¿Qué piensa?

—…

Se apartó de ella y la miró con ojos verdes brillantes. Rashta parpadeó y se detuvo un momento, pero finalmente negó con la cabeza.

—Eso no es posible.

—¿Por qué? Estoy seguro.

—La Emperatriz ha vivido toda su vida rodeada de cosas finas. Al contrario, probablemente se sentiría más atraída por un hombre muy ordinario.

—¿Hmm?

—Pero el Duque es de alta cuna… Si fuéramos a darle un amante a la Emperatriz, ¿No sería mejor un hombre común?

Traducido por: Valiz

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