La Esclava De Rubelfast – Novela Capítulo 8
Capítulo de novela - 35 párrafos
[Traductor: P꒪˙꒳˙꒪]
Capítulo 08 - La esclava de Rubelfast
“¿Por qué debería hacer eso?” “¡Yo... yo definitivamente seré de ayuda para Su gracia!” “¿No es natural que los esclavos sean útiles para sus dueños?” “Quiero decir que te ayudaré mucho más que un esclavo común.” “Estás llena de confianza.”
Después de eso, cayó un silencio entre los dos. Slarhan parecía estar sumido en un profundo pensamiento antes de hablar inesperadamente con tono renuente. “Fuiste valorada en cinco millones de perusoes. Te compré a un precio barato porque estabas muriendo y aún no tenías la marca de esclava.”
Ellier se sintió un poco aliviada por un momento. Si seguía el estándar de su vida anterior, no era tanto dinero, pues con eso podía comprar tres o cuatro vestidos formales adecuados. Justo cuando pensaba que podría pagarlo fácilmente, él continuó: “Te he dado más de dos botellas de mi sangre para salvarte. Si sumo eso, serían como 45 millones de perusoes, ¿no?” “...¿Qué?” “Y el salario diario de un esclavo suele ser de alrededor de 500 perusoes.”
Ellier se quedó tan sorprendida que abrió la boca sin darse cuenta. “Por supuesto, como soy un dueño misericordioso, te pagaré el doble del salario diario habitual. Suponiendo que trabajes 300 días al año... entonces te tomaría 150 años pagar el precio completo.” “¿Qué?” “Me prometiste lealtad por el resto de tu vida. ¿No lo entendiste?” “No... ¿Qué quieres decir con mil perusoes al día? ¿Es ese el dinero para comprar mis alimentos?”
Los ojos de Slarhan se entrecerraron aún más. “Como dije antes, es un trato bastante bueno, ya que la mayoría de los esclavos del Imperio trabajan casi gratis.” “Pero igual... mil perusoes es demasiado...” “Qué interesante.”
Ellier no entendía qué le parecía interesante, porque ella no se divertía en absoluto. De todos modos, la negociación no podía acabar ahí. “Entonces, aunque el tipo de trabajo sea diferente, ¿el salario diario será igual?” “¿Como qué?” “Bueno, eh... si el amo puede beneficiarse mucho de eso...” “Hmm. Eso es cierto, no se puede comparar con barrer el piso.” “¿Verdad?” “No sabía que podías hacer algo mejor que barrer.”
Slarhan parecía burlarse, pero Ellier vio un rayo de esperanza ante ella. “Haré algo que ni siquiera puedes imaginar, así que por favor calcula el valor por caso.” “¿Qué?”
Parecía que no entendía del todo, pero Ellier sonrió y agregó una explicación. “Por favor, fija el valor entre 100 mil y 5 millones de perusoes por caso. Definitivamente te ayudaré con algo que valga esa cantidad. Así que cuando haya pagado todo, por favor dame mi libertad. Y también, dame un poco para vivir... por favor.”
Slarhan estalló en carcajadas ante las palabras de Ellier. Aunque fue una risa burlona y breve, Ellier vio claramente sus dientes blancos y bien alineados a través de sus labios entreabiertos. Era raro ver reír a Slarhan Ventiark, un hombre que parecía una estatua. No, tal vez era alguien que reía a menudo, pero ella no lo sabía porque en su vida pasada nunca se habían sonreído mutuamente.
“¿Qué planeas hacer?” “Tengo una habilidad especial.” “¿Una habilidad especial?” “Eh, bueno... lectura de fortuna, sentir mala suerte o algo así, tener premoniciones.” “¿Quieres que crea en tu mediocre lectura de fortuna?” “¿Qué quieres decir con mediocre? Ni siquiera la has probado...”
Ella no esperaba que Slarhan tomara en serio sus palabras, pero él lo dejó pasar con generosidad inesperada. “Qué chica tan interesante.” “Estaré muy agradecida si el amo sigue encontrándome interesante.”
Ellier solo pensó que había tenido suerte, pero Slarhan jugueteaba con su collar de forma habitual. Era extraño que el niño señalado por el poder de su madre no actuara como un esclavo, pero que ella fuera una vidente... ¿Era esto realmente una coincidencia?
“Si quieres que considere tu propuesta, tendré que asegurarme primero de qué eres capaz de hacer por mí.” “Está bien, amo. Entonces, por favor déjame estar a tu lado de ahora en adelante. Te traeré buena fortuna.”
El cabello de Slarhan se erizó al oír la palabra “fortuna.” ¿Realmente le había llegado un pájaro azul de la suerte a alguien apodado ‘icono de la mala suerte’?
“Muy bien. Estaré esperando.”
Y así terminó su primera negociación.
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En la alta sociedad de la capital, había varias cosas consideradas ‘Lo mejor del Imperio’. La flor que florece en pleno verano, Rosa Regina. La joyera Madame Estelle, el ‘tocador de diamantes’. En apariencia, la princesa Ellor y la joven de la Marquesa de Cullinan; en etiqueta y dignidad, la condesa Dalton; en información, la vizcondesa Arlen y la condesa Roland. El mejor jugador de ajedrez del Imperio era el conde Pace, el empresario más destacado era el conde Sloan, y el diplomático más grande era el vizconde Abrett…
“Y, si tuviera que elegir al genio del Imperio y al hombre más apuesto del Imperio, sería nuestro Clyde.” La marquesa Kassir tenía una sonrisa feliz en el rostro al escuchar una vez más el elogio a su hijo durante la reunión de hoy. “Me halagas.”
Hoy, Clyde también mostraba una sonrisa como sacada de un cuadro y se comportaba con modestia. Pero él sabía bien que merecía esos elogios. A los dos años comenzó a leer cartas, a los cinco ya entendía la teoría básica de geometría, y a los trece era capaz de debatir sin dificultad con los profesores de la Academia Imperial. Desde pequeño le habían dicho que era el mayor genio nacido desde la fundación del Imperio. Además, su apariencia era agradable a la vista y atraía la admiración, gracias a su madre, quien alguna vez fue considerada la mujer más hermosa de la capital. Su cabello color trigo suave, ojos azules como el mar, nariz perfilada y labios delicados, todo hacía que pareciera un ángel bebé que había crecido.
“No es un cumplido exagerado. Eres el orgullo de la Marquesa Kassir. ¡Deberías presumirlo! ¡Jajaja!” Incluso el marqués Kassir, usualmente reservado con extraños, se volvía un buenazo frente a su esposa e hijo.
Sin embargo, Clyde encontraba poco confiable el cariño de sus padres. ‘Aunque sea así, el título pasará a mi hermano mayor...’ Aunque Clyde, el segundo hijo, monopolizaba el amor del marqués y su esposa, el heredero familiar seguía siendo Maximilian, su hermano mayor. Aunque las reglas que priorizaban al primogénito como heredero estaban desapareciendo, la conservadora familia Kassir aún insistía en que el título debía pasar al hijo mayor. Era para evitar una lucha entre hermanos por la sucesión. ‘No es que teman a esa lucha interna, es que no quieren renunciar a sus intereses.’ Como todos los marqués anteriores habían sido primogénitos, su argumento para heredar no podía cambiar esa realidad.
Clyde estaba claramente insatisfecho con ese estereotipo familiar. ¿Por qué él, el más talentoso del Imperio, tenía que servir a un hermano mayor muy inferior a él como su señor? También era perjudicial para la familia. Su hermano mayor Maximilian era un hombre común. Tenía una mente común, un aspecto común y sus acciones eran comunes. Por eso, desde pequeños, siempre lo comparaban con Clyde. Quizá respetaría un poco a su hermano si éste se esforzara por superarlo tras sentir el daño de esas palabras. Pero Maximilian siempre se reía de ello. ‘O es un cobarde, o es un miedoso.’ Su hermano podría pensar que no necesitaba esforzarse más porque ya estaba confirmado como heredero. A Clyde le molestaba mucho eso. ¿Cuál era la diferencia entre él y una piedra del jardín, si no intentaba mejorar?
“¡Oh, ya están todos aquí!” Hablando del rey de Roma, Maximilian, que acababa de regresar de un viaje, entró en el salón y saludó. “¡Oh, Max! Me sentía mal por beber té sin ti, pero aquí estás. Ven a sentarte con nosotros.” “Gracias, padre.”
Maximilian se sentó junto al marqués naturalmente. Era un lugar en el que Clyde nunca podía sentarse. “¿Dónde has estado?” “Visité al joven señor de Louisville con el joven señor de Astor. Decidió expandir la mina de esmeraldas de su familia y consultó a Astor y a mí.” “¡Oh! Su heredero por fin empezó las clases de sucesión.” “Sí. Parecía un poco nervioso porque es joven, pero Astor y yo le dimos consejos y lo tranquilizamos.” “Eso está bien, buen trabajo. Crear conexiones con otros de antemano es una parte importante de tu deber como heredero. Cuando sucedas el título, recibirás su ayuda.”
El marqués Kassir se rió con gran satisfacción. Entonces, Clyde preguntó con una leve sonrisa. “Si la mina se expande, no quedarán muchas reservas. Sea como sea, es una cantidad demasiado pequeña para que un heredero esté satisfecho. Deberías sugerirle que desarrolle la mina de rubíes. Así, el joven señor de Louisville tendrá dignidad como heredero.”
Clyde sabía que el heredero del conde de Louisville era tan malo como su hermano. Por miedo a que dejarle la mina de rubíes terminara mal, le dieron la mina de esmeraldas, que era menos importante. No era que Clyde no supiera esto. Solo quería usar esta manera para ridiculizar su incompetencia.
“¡Jajaja! Así es, pero seguro tienen sus consideraciones. Y si es el joven señor de Louisville, seguro pronto podrá encargarse de la mina de rubíes.” Como si no entendiera la indirecta de Clyde, Maximilian sonrió amablemente.
A Clyde tampoco le gustó eso. Si su hermano se hubiera enojado y dijera “¿Qué sabes tú de esto?” Clyde podría usar toda su sabiduría y elocuencia para aplastarlo, pero su hermano siempre evitaba confrontaciones así. Bueno, quizá no tenía confianza para ganarle.
Sus pensamientos volvieron al punto inicial. La molesta regla de que los primogénitos fueran los primeros en heredar debía desaparecer. Nunca inclinaría la cabeza ante su estúpido hermano mayor, ni siquiera al morir. Preferiría quitarse la vida. ‘Soy la mejor opción, pero definitivamente no viviré como un vizconde. Aunque tenga que deshacerme de mi hermano...’
Clyde respondió a su hermano: “Sí, supongo que sí.” Aunque su sonrisa era radiante, internamente afilaba su daga.
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