“Estampe aquí su sello, señorita Greent.”
“¡No quiero!”
“No lo haga más difícil y hágalo ya.”
“¡Que no! ¿Por qué tendría que casarme con usted?”
“Entonces, señorita... ¿con quién más se casaría?”
Terius Hurt, tan cerca que podía sentir su aliento, levantó cuidadosamente su dedo índice y empezó a trazar suavemente un círculo sobre mi vientre plano.
Mi cuerpo se tensó por completo ante la extraña sensación que no sabía cómo explicar.
“Aquí está mi hijo… ¿y te atreves a decir que te casarás con otro?”
Después de que el chico que amé en secreto durante diez años me rechazara sin piedad, en un arrebato de rabia terminé acostándome con su superior… o sea… ¡lo hice!
Hasta ahí, bueno, se entiende, ¿pero qué dijo después?
