Me Convertí En La Suegra De La Triste Protagonista Femenina – Novela Capítulo 8
Capítulo de novela - 62 párrafos
[Traductor: P꒪˙꒳˙꒪]
Capítulo 08
Era la mañana siguiente al inesperado encuentro de Lilliana con Vanessa en la tienda de vinos. Lilliana, que solía pasar la mayor parte del tiempo en la residencia, se encontraba inusualmente ocupada preparándose para salir. Mientras se vestía, se observó detenidamente en el espejo. El vestido amarillo, aunque pulcro, ya estaba pasado de moda. Había sido una de sus prendas favoritas hasta hace poco, pero hoy le parecía particularmente desagradable a la vista.
‘Si a mí me parece así… me pregunto cómo lo habrá visto Lady Winder.’
Lilliana nunca había sido una persona interesada en la moda. Su filosofía era simple: mientras la ropa estuviera limpia y ordenada, no importaba lo que llevara puesto. Sin embargo, tras haberse cruzado varias veces con Vanessa recientemente, su forma de pensar había empezado a cambiar.
‘Lady Winder, con su vestido púrpura adornado con joyas, era realmente hermosa…’
Vanessa poseía la belleza de una mariposa venenosa. Deslumbrante hasta el punto de hechizar, pero se podía percibir el peligro de acercarse demasiado, como si uno pudiera volverse adicto si se atrevía a tocarla sin cuidado. Su belleza era hipnótica, casi intimidante. Siempre que Lilliana se encontraba frente a ella, no podía evitar sentirse diminuta.
‘Debí verme tan deslucida a los ojos de Lady Winder…’
Lilliana deseaba causar una buena impresión, pero la idea de que su vestido anticuado pudiera haber arruinado esa oportunidad le resultaba insoportable. Así que resolvió de inmediato encargar un vestido nuevo y a la moda.
‘Y una vez que el vestido esté listo, lo usaré apropiadamente y la iré a ver.’
Por suerte, tenía la excusa perfecta para visitar a Vanessa: un vino exquisito que Tristan le había pedido entregar.
‘Todavía no entiendo por qué mi hermano quiso de repente que le entregara ese vino…’
Pero lo importante era que tenía una razón válida para ir a verla. Aunque quería llevarle el vino de inmediato, sabía que no era tan sencillo. Vanessa no era una persona cualquiera. Era su antigua futura suegra, y no alguien a quien pudiera visitar sin una justificación apropiada.
Por eso, el plan de Lilliana era mostrarse en su mejor versión cada vez que se presentara la oportunidad.
‘La boutique que frecuenta Lady Winder debería ser el lugar adecuado.’
Sí, con intenciones inocentes se dirigió a comprar un vestido. Sin embargo, la actitud de la dueña de la boutique que la recibió se sintió extraña.
“¿Está segura de que este vestido está a la moda?” “Sí, absolutamente. La mayoría de la gente en los banquetes reales usa vestidos como este.”
Lilliana no era una noble cualquiera: era una princesa del imperio. Había asistido a incontables banquetes reales.
‘Pero no recuerdo haber visto vestidos como este…’
Por más que lo pensara, algo no cuadraba.
“¿Está realmente segura? No creo haber visto algo así antes…” “Oh, bueno, es un diseño que prefieren los nobles de alto rango, por eso puede ser raro verlo.”
Cuanto más escuchaba, más raro le parecía. Después de todo, ella misma era una noble de alto rango.
‘Y el diseño se siente extrañamente anticuado.’
Lilliana no sería una experta en moda, pero eso no significaba que careciera por completo de sentido estético. En su opinión, ese vestido definitivamente no era un estilo que le favoreciera.
“¿De verdad me queda bien?”
Cuando volvió a preguntar, dudosa, la dueña respondió con descaro y sin titubear: “¡Por supuesto! Le queda perfecto. El color combina tan bien con usted que la hace lucir radiante y hermosa. ¿Desea que lo facture? El precio es…”
En ese momento. “¿M-madre?”
Lilliana, sorprendida, llamó a alguien. Solo entonces la dueña notó a la recién llegada, girando la cabeza hacia la puerta. Y allí estaba.
“¡¿Eh?!”
La mujer soltó un grito ahogado, con los ojos muy abiertos al ver a Vanessa Winder mirándola fijamente. Sobresaltada por la mirada ominosa, incluso dejó caer la factura que sostenía. Vanessa dio un paso adelante, aplastando el papel bajo su pie. Con una voz calmada, pero claramente cargada de furia, preguntó lentamente:
“¿De verdad esos harapos lastimosos le parecen hermosos a tus ojos?”
“¡L-Lady Winder! Si hubiera sabido que vendría, yo…”
La madame, empapada en sudor frío, intentó manejar la situación, pero Vanessa la cortó bruscamente y volvió a exigir una respuesta. “Olvídalo. Respóndeme otra vez.” “No, no es eso…” “Madame.” “S-sí, sí…” “Te pregunto. Dime si ese vestido es realmente hermoso.”
La madame, visiblemente temblorosa, parecía una indefensa herbívora frente a un depredador. Solo vine a gastar dinero y sentirme bien. ¿Qué escena era esta que se desarrollaba ante mis ojos?
“Hoo…”
Todo mi cuerpo temblaba con la ira que brotaba desde lo más profundo. Lilliana. Mi querida, que solo debería caminar sobre un camino de flores. Llevaba puesto un vestido tan miserable, siendo estafada. ¡Y en mi tienda habitual, nada menos!
‘Le di 5.2 mil millones más para que comprara comida deliciosa y ropa bonita, ¡y mira que la están estafando! ¿Por qué?’
No había visto toda la situación desde el principio, pero era obvio. Lilliana, cuando salía afuera, generalmente no mostraba su verdadera condición. Así que la madame debió intentar estafarla, sin saber que Lilliana era la única hija del Duque de Locke.
‘Lilliana sí parece gentil y frágil… Y tiene una personalidad algo confiada.’ Considerando que es la protagonista femenina de una novela de arrepentimiento, tal personalidad era esperable… pero aún así…
‘¡No soporto ver que traten así a mi bebé!’
Cuando reaccioné, ya estaba avanzando con determinación hacia la madame, exigiendo si realmente pensaba que el vestido que Lilliana llevaba puesto era bonito cuando lo recomendó. La madame, incómoda, guardó silencio un momento antes de responder finalmente. Y sus palabras fueron realmente ridículas.
“...Sí. Lo recomendé porque es hermoso.” “¿Ah, sí? ¿Creíste que era hermoso? ¿En qué sentido?”
La madame dudó antes de empezar a explicar lentamente. “Como Lady Winder sabrá, primero que nada, ese diseño de volantes está muy de moda ahora. Así que…”
Al escucharla, no pude evitar esbozar una mueca de desprecio.
“Estás diciendo tonterías completas. Me están pudriendo los oídos.”
Lo que dijo no era técnicamente incorrecto. Ese diseño de volantes era, en efecto, la última tendencia en el imperio. Pero ese no era el problema.
‘El problema es el color.’
Por muy bonito que sea el diseño, si el color es incorrecto, no significa nada. Eso era justo el caso con el vestido que llevaba Lilliana. El diseño no era terrible. Puede que no fuera revolucionario, pero al menos daba la impresión de seguir las tendencias. Sin embargo, ese color tan tosco… Esa tela verde, mezclada fuertemente con amarillo, no le quedaba bien a nadie, a mi juicio. Ni siquiera a Lilliana.
‘Mi bebé se ve mucho mejor con colores fríos.’
De todos modos, lo importante era que el vestido que Lilliana llevaba puesto no era más que basura. Pero no había necesidad de explicarle todo esto a la madame. Probablemente ella misma ya lo sabía. Mirándola desde arriba, hablé con un tono claro y firme.
“Hasta ahora pensaba que al menos eras una persona con algo de dignidad, pero parece que me equivoqué. ¿Cómo te atreves a mentirme en la cara?” “N-no, señora. Eso no es cierto.” “¿No es mentira, dices? Entonces dime, ¿acaso vestiste a Lady Locke con su mejor atuendo? ¿Arruinaste a esa preciosa joya así?” “E-espera un momento. ¿La Lady Locke?”
Como esperaba, la madame no tenía idea de que Lilliana era una noble de alto rango.
“Sí, la persona a la que intentaste estafar es la Lady de Locke. Pero, ¿qué importa eso ahora? Ni ella ni yo volveremos a poner un pie aquí.”
El rostro de la madame se volvió pálido. Parecía a punto de arrastrarse por el suelo suplicando perdón, pero ya era demasiado tarde. Quien se meta con Lilliana, sin importar quién sea, no será perdonado.
“Los vestidos que encargué ayer probablemente aún estén en producción, ¿cierto? Cancélalos todos. Y planeo desechar todos los vestidos que he comprado aquí hasta ahora.” “Lady Winder, por favor. Cálmese…” “Espero que nunca nos volvamos a ver.”
Con esas últimas palabras, arrastré a Lilliana afuera. Como referente de la moda en la capital, declarar el fin de nuestras relaciones comerciales significaba que había sentenciado efectivamente a la boutique a la muerte.
‘Pero aún no estoy satisfecha.’
Al ver a Lilliana bajo la luz natural, parecía aún más miserable. Molesta, le reproché con palabras que solo podían describirse como las de una suegra villana.
“¿Qué clase de aspecto es ese? Aunque estén a punto de separarse, es una vergüenza que la gente vaya a chismear diciendo que mi hijo alguna vez estuvo involucrado con una mujer como tú.”
Lilliana parecía a punto de llorar.
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