Me Convertí En La Suegra De La Triste Protagonista Femenina – Novela Capítulo 9
Capítulo de novela - 113 párrafos
[Traductor: P꒪˙꒳˙꒪]
Capítulo 09
"¿Qué clase de deshonra es esta? Aunque estén a punto de separarse, el simple rumor de que mi hijo estuvo involucrado alguna vez con una mujer como tú es suficiente para enfermarme."
Lilliana sintió como si una daga le atravesara el corazón al escuchar esas palabras tan afiladas.
"Lo-Lo siento, madre..."
No sabía qué más decir, salvo una disculpa.
Sentía que las lágrimas estaban a punto de caer.
'Sólo quería causarle una buena impresión...'
Había intentado dar un paso adelante, pero terminó arruinándolo todo.
Vanessa era conocida por sus palabras duras, pero Lilliana siempre había sentido una bondad oculta tras ellas.
Por eso deseaba acercarse a ella y se había esforzado genuinamente.
¿Acaso se había equivocado en la forma de hacerlo?
Lo único que podía ver ahora en los ardientes ojos rojos de Vanessa era una furia inconfundible.
Lilliana bajó la cabeza.
Por lo general, no era de las que lloraban, pero ahora le resultaba difícil contener las lágrimas.
'Ni siquiera cuando descubrí que tenía una deuda de 4.800 millones me sentí tan mal...'
En los últimos días, parecía que Lilliana le había entregado su corazón a Vanessa más de lo que había notado.
Y no era raro, en realidad.
Desde que perdió a su madre a una edad temprana, Lilliana siempre había deseado estar cerca de una mujer mayor.
El toque de una madre, el amor de una hermana.
Envidiaba a quienes la rodeaban y recibían ese tipo de afecto como si fuera algo natural. Siempre había anhelado una presencia así en su vida.
Pero con el paso del tiempo, renunció a ese sueño.
Comprendió que el afecto incondicional es casi imposible sin un lazo de sangre.
Y entonces conoció a Vanessa Winder.
Una mujer que, a pesar de sus métodos bruscos, le mostraba una bondad inexplicable.
'De verdad quería acercarme esta vez...'
Pero ahora que sentía que todo había terminado con Vanessa, el suelo bajo sus pies parecía desmoronarse.
Lilliana apretó los puños con fuerza para contener las lágrimas.
Y en ese momento, ocurrió algo increíble.
"Ven conmigo."
"...¿Qué?"
"Dije que vengas conmigo."
"¿A dónde vamos...?"
Lilliana preguntó una y otra vez, sin comprender la situación, lo que sólo hizo que Vanessa frunciera el ceño con molestia.
Entonces, agarrándola de la muñeca con firmeza, comenzó a arrastrarla hacia algún lugar.
"¿A dónde más? ¿Acaso pensabas andar por ahí en ese estado?"
"¿M-Madre...?"
"Si andas por ahí luciendo así, sólo harás que mis estándares se vean rebajados. Ahora, date prisa y sígueme."
Aunque escuchaba claramente a Vanessa, Lilliana aún no podía creer lo que oía.
'¿No estaba decepcionada la señora Winder de mí? ¿Y ahora de repente me lleva a otra boutique...?'
Había pensado que todo estaba verdaderamente acabado.
¿Estaba soñando, aferrándose a Vanessa en su imaginación?
Pero todo era real. No era un sueño.
Sin darse cuenta, ya habían llegado a una de las otras boutiques habituales de Vanessa.
"Buenos días, señora Winder. ¿Hoy trae a alguien diferente?"
"Sí, esta vez vengo a arreglar a Lady Locke. Tengo algunas ideas en mente..."
Lilliana siguió a Vanessa con una expresión desconcertada en los ojos.
Y entonces…
Sin darse cuenta, ya había sido arreglada de pies a cabeza.
"Sal en cuanto termines. Pensé que me iba a quedar sin cuello de tanto esperar."
Con ayuda de la encargada, Lilliana logró cambiarse de ropa con algo de dificultad y, sintiéndose nerviosa, salió lentamente.
'Nunca había usado un vestido de este color antes...'
Era un vestido elegido por la misma Vanessa, así que seguro debía quedarle bien, pero Lilliana no podía evitar sentirse inquieta.
Dio un paso tras otro hasta salir del probador.
Y en el instante en que lo hizo, su reflejo en el espejo de cuerpo entero capturó su atención.
Lilliana soltó un leve suspiro sin darse cuenta.
'¿Esa soy realmente yo?'
Era difícil de creer. Vestida con un vestido translúcido de tonos acuarela, se veía tan hermosa que casi no se reconocía.
'Esto es irreal...'
En toda su vida, Lilliana nunca se había considerado particularmente bonita. Siempre la comparaban con su hermano.
Tristan siempre había sido excepcionalmente guapo.
Incluso de niño, era famoso por ser el más apuesto de la capital, y su fama solo aumentó con los años.
Había incluso bromas sobre cómo los salones de baile se llenaban de mujeres que esperaban intercambiar al menos una palabra con él cada vez que asistía a una fiesta.
Era tan deslumbrante que podía detener a los transeúntes con solo pasar. Ese era Tristan.
¿Y ella? ¿La hermana menor? Su apariencia era tan sencilla que apenas merecía descripción alguna.
Así era como Lilliana se veía a sí misma.
Ahora, parecía que todo eso no era más que una percepción equivocada.
"Es como magia..."
No podía apartar la vista del espejo, murmurando para sí.
Entonces, Vanessa, que la había estado observando todo el tiempo, intervino:
"No es magia. Simplemente sacaste a relucir el encanto oculto que siempre estuvo ahí."
Su tono era afilado, casi regañón.
Pero Lilliana ya había aprendido hacía mucho a filtrar las palabras de Vanessa.
'Madre está elogiando mi cambio de apariencia, diciendo que le parece bien...'
El primer cumplido que Vanessa le daba. La conmovió profundamente. Pero Vanessa no le permitió disfrutar de esa emoción por mucho tiempo.
"Hm, tu cintura es aún más delgada de lo que pensaba. Sería mejor ajustarlo un poco más aquí. Señora, marque esta zona."
"Sí, Lady Winder."
Vanessa examinó cuidadosamente la figura de Lilliana durante un rato, señalando las áreas que debían ajustarse. Luego, con una sonrisa satisfecha, asintió.
"Ahora, por fin vale la pena mirarte."
Ah, como antes, Lilliana sintió que las lágrimas volvían a brotar. Este era, sin duda, un elogio aún más sentido que el anterior.
Justo cuando Lilliana se sentía feliz, Vanessa cambió el ambiente como si estuviera por decir algo importante.
"Solo lo diré una vez, así que escucha con atención. Hay personas que pagarían por esta oportunidad y aun así no la conseguirían."
"¡Sí, madre!"
Aunque no sabía de qué hablaba, Lilliana respondió con energía y alegría. Estaba ansiosa por oír cualquier cosa que Vanessa quisiera decirle.
"Primero, tira todos los vestidos que hay en la mansión. No sirven para nada, porque ni siquiera saben cómo resaltar tus virtudes."
"¡Sí! ¡Los tiraré de inmediato!"
"Y cuando elijas un nuevo vestido en el futuro, ten esto presente. Primero, necesitas entender bien cuál es tu encanto. Mírate al espejo. ¿Cómo te ves?"
"Ah... um, creo que me veo más ordenada que de costumbre..."
"No, esa no era la respuesta que quería. Pureza. Debes enfocarte en esa palabra. Es tu mayor virtud."
"¿Pureza...?"
"En otras palabras, los lazos llamativos que llevaban tus vestidos antiguos son innecesarios. Solo arruinan el conjunto y te hacen ver desarreglada."
Vanessa respiró hondo antes de continuar.
"Ni se te ocurra usar demasiados accesorios. El exceso de adornos hace que una persona se vea exagerada. Aunque hay excepciones, son muy pocas."
Mientras Lilliana escuchaba en silencio, se atrevió a preguntar con voz suave:
"¿Como usted, madre?"
Era una pregunta sencilla, pero los ojos de Vanessa brillaron con una expresión complacida.
"Hasta sabes cómo adular. ¿También sedujiste a Jeremyon así? Qué astuta."
Vanessa siguió dándole a Lilliana diversos consejos: desde cómo elegir diseños que resaltaran su cuello y cintura hasta evitar el maquillaje pesado.
Cada palabra era útil.
"¡Muchas gracias, madre!"
Apenas terminó la explicación, Lilliana expresó su gratitud con profundo sentimiento.
Más que por volverse más bonita, estaba emocionada porque Vanessa conocía sus fortalezas mejor que ella misma.
Pero entonces...
"No hay por qué agradecer. Más importante aún... ya seleccioné algunos vestidos que te quedan bien, incluido el que llevas puesto ahora. El pago está hecho, así que, cuando estén listos, se enviarán a la residencia Locke."
Lilliana no podía creer que tuviera aún más motivos para estar agradecida.
"Madre... muchas gracias. Nunca olvidaré esta bondad. Los atesoraré y los usaré con mucho cuidado."
Lágrimas se acumulaban silenciosamente en las comisuras de los ojos de Lilliana.
No eran solo lágrimas por los regalos recibidos, sino por la certeza de que Vanessa realmente se preocupaba por ella.
"Hmph. ¿Bondad, dices? No digas tonterías. Sólo te los doy porque el vino de la vez pasada fue excelente, así que no malinterpretes pensando que te tengo algún afecto."
Dicho esto, Vanessa desapareció rápidamente hacia el exterior.
Lilliana, con la cabeza baja, murmuró suavemente:
"De verdad… amo a Lady Winder."
Aunque Vanessa le dijo que no malinterpretara las cosas, todo lo que Lilliana podía oír en sus palabras… era que realmente la apreciaba.
- Capitulo 12: Me Convertí En La Suegra De La Triste Protagonista Femenina – Novela Capítulo 12
- Capitulo 11: Me Convertí En La Suegra De La Triste Protagonista Femenina – Novela Capítulo 11
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- Capitulo 1: Me Convertí En La Suegra De La Triste Protagonista Femenina – Novela Capítulo 1
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