Me Encanta Destruir La Trama De Los Mundos – Novela Capítulo 86

Misma noche.

En el Instituto Psyche.

Oficina del Decano.

Hei Lan informó al Profesor Sen y a Yun Li sobre el plan. Los detalles que les dijo a ambos eran exactamente los mismos que había comunicado a Yi Zheng y al resto. Les estaba pidiendo que hicieran los preparativos mientras él estuviera ausente.

—Quiero volver a casa para hacer mis propios preparativos, ya que los enemigos tienen el respaldo del Presidente. Hablaré con mi padre sobre los procedimientos posteriores —dijo Gui Lan. Después de todo, frente a estos dos, la apariencia que veían era su verdadero rostro como Gui Lan, no como Hei Lan.

—Deje los preparativos aquí a mi cargo. Puede irse y concentrarse en lo suyo, mi señor —dijo el Profesor Sen.

—¿Debo regresar al clan contigo, A'Lan?—preguntó Yun Li.

Gui Lan respondió mientras disfrutaba de su té con leche.

—No es necesario. Volveré solo. Debemos dejar que el enemigo sepa que ya conocemos sus planes.

—De acuerdo. Me quedaré aquí —respondió Yun Li.

—Ve a descansar, A'Yun. Aún tengo algunas cosas de las que hablar con Sen—dijo Gui Lan.

Yun Li se levantó e inclinó la cabeza hacia Gui Lan.

—Que tenga una buena noche, joven maestro.

Gui Lan asintió y le sonrió antes de que Yun Li abandonara la habitación para descansar. Tras la partida de este último, la sonrisa de Gui Lan desapareció.

—Sen, mi verdadero plan es diferente al de ellos. Necesito que todos salgan del Cuartel General Metropolitano. Asegúrate de hablar con ellos y programa la misión para dentro de una semana. Habla con Ke Lou y Lin Ye sobre esto. Diles que es una orden mía —dijo Gui Lan.

—Esto... no tengo problema. Pero, ¿Estará bien?—preguntó Sen, consciente del estado actual del alma de Gui Lan.

A pesar de haber dormido durante quince años, las heridas en su alma solo estaban reprimidas, no curadas. Gui Lan no podía sanar sus heridas debido a una penalización impuesta por las Leyes Divinas. Mientras permaneciera en esa estrella, donde recibió el castigo, no habría manera de sanar sus heridas. Todas las calificaciones enumeradas de Gui Lan fueron completadas por él en un solo día.

Después de usar su habilidad especial: Autoridad sobre ellos, todos los documentos necesarios estaban listos para él.

Gui Lan no lo miró. Como el herido, conocía su estado mejor que nadie. Esta también era la razón por la cual no quería que Xie Ye supiera que Hei Lan era Gui Lan. Deseaba fervientemente que el fragmento del alma de Ye Xiajie en este mundo permaneciera dormido, al menos hasta que terminara de limpiar la basura (destructor) en esa pequeña estrella.

Aunque sabía lo furioso que estaría ese hombre cuando se enterara de eso y de su estado actual.

—Sé en qué estado estoy. No te metas en mis asuntos personales —dijo Gui Lan.

—Lo siento, he cruzado la línea —respondió Sen.

De repente, dos mensajes del sistema resonaron en sus cabezas.

(Sistema de Sen: Xiao Baize) El refuerzo del Sistema Divino ha llegado.

(Yue): Anfitrión, un ser superior de otro sistema ha llegado.

Dentro de la habitación apareció un hombre inmortal de aspecto sereno, vestido con túnicas plateadas de cultivador. Tenía una sonrisa benigna en su rostro apuesto, con un largo cabello plateado grisáceo y ojos azul grisáceo. Ese hombre era un refuerzo enviado para ayudar a eliminar al destructor de ese mundo. Tan pronto como apareció, tomó el control de los dos sistemas dentro de la habitación.

El hombre miró al gato blanco en el hombro de Sen y a la luna invisible que flotaba alrededor de Gui Lan.

—Comando forzado.

—Autoridad de la Unidad Central. Sistema Divino.

—Sistema 1003 del Sistema Divino, Baize y Verdugo del Sistema del Nether, Clasificado 13, Yue.

—Ejecuten el comando.

—Apagado temporal —dijo el hombre de aspecto amable.

En cuanto se pronunciaron esas palabras, los dos sistemas de la habitación entraron en modo de suspensión. Con esto, la conexión de los sistemas con sus anfitriones fue cortada. Durante todo el evento, solo Sen entró en pánico como un pollo sin cabeza. Abrazó a su gatito blanco, con lágrimas en los ojos.

—¡Xiao Bai! ¡¿Xiao Bai?! ¿Qué pasó? ¡Xiao Bai! —dijo Sen, desesperado.

Al ver su reacción, Gui Lan casi puso los ojos en blanco. En su mano estaba su pequeña luna, cuyo resplandor ahora era tenue.

—Cállate. Solo están dormidos. Estarán bien cuando este tipo aquí presente se retire —dijo Gui Lan a Sen, quien lo miraba confundido.

—¿Por qué lo hizo? —preguntó Sen.

—Porque necesito tener una conversación seria con el señor aquí presente. En realidad, tú también deberías dormir. Duerme, Anfitrión Liu Yan—dijo el recién llegado, y Sen comenzó a sentirse somnoliento hasta quedar completamente dormido sobre la mesa de la oficina.

—Bien. Ahora que las distracciones están dormidas, supongo que deberíamos empezar —dijo el hombre de la túnica plateada mientras sonreía a Gui Lan, quien miraba a su sistema durmiente con calma y tranquilidad.

Como siempre, solo había frialdad e indiferencia en sus ojos, a menos que mirara a su familia o a Ye Xiajie; todos los demás no eran más que extraños para este Dios Celestial. El hombre de la túnica plateada caminó hacia Gui Lan y se arrodilló respetuosamente ante él.

—Dios de la Reencarnación, Cao Xinsheng. A su servicio, joven señor Hei Anjing.

Gui Lan finalmente miró al hombre frente a él, mientras sus ojos turquesa se volvían lentamente plateados al observar al autoproclamado Dios de la Reencarnación. El color plateado era el verdadero color de los ojos de Hei Anjing como un Dios, mientras que el azul era el color original de sus ojos en su forma humana real.

—Ya eres uno de los Dioses Soberanos del Sistema Divino, pero sigues actuando como un sirviente. El tío Baojun ya te aceptó como su discípulo directo. No hay necesidad de que me muestres tanto respeto, Cao Xinsheng —dijo Hei Anjing.

—Con el debido respeto, como el sobrino más querido de mi Maestro, el joven señor tiene una posición más alta que este humilde servidor —respondió Cao Xinsheng con respeto.

Hei Anjing desvió la mirada y suspiró.

—Levántate. Toma asiento y continuemos con nuestra charla. ¿Qué hay de nuestro entorno?

Cao Xinsheng hizo lo que le ordenaron y se sentó en el sofá frente a Hei Anjing.

—El joven señor no tiene de qué preocuparse. He aislado toda la habitación. Ahora estamos en un espacio diferente —respondió.

—Ya veo. Buen trabajo —dijo Hei Anjing.

Cao Xinsheng observó a su joven señor frente a él y su sonrisa desapareció al notar que su alma estaba gravemente herida.

—¿Joven Señor, desafío realmente la Ley Divina por un simple Dios Inferior? —preguntó Cao Xinsheng.

Por alguna razón, la pregunta de Cao Xinsheng ofendió a Hei Anjing, quien lo fulminó con la mirada. Una simple mirada de Hei Anjing fue suficiente para herir a Cao Xinsheng, quien de repente tosió un poco de sangre.

—¿Simple? ¿Te atreves a referirte a mi otra mitad, la de Hei Anjing, con la palabra "simple"? ¿Quién te crees que eres?

Había una furia evidente en esos orbes plateados y el espacio separado en el que estaba Cao Xinsheng estaba al borde de romperse con solo una mirada de este Dios Celestial.

Cao Xinsheng se alarmó al ver rastros de sangre en la comisura de los labios de Hei Anjing. Evidentemente, estaba sobreexigiendo su alma para mostrar su enojo.

—Por favor, cálmese. Me disculpo. Retiro todas las palabras que ofendieron al Joven Señor. Por favor, calme su ira. Su alma ya está demasiado herida —dijo Cao Xinsheng, arrodillándose una vez más.

Cao Xinsheng comprendía lo importante que era la otra mitad para aquellos con el Linaje Mo. Los miembros del Clan Mo eran extremadamente leales hacia su pareja elegida. Aparte de su familia, solo la mitad elegida de un Mo podía despertar tanta emoción en alguien con el linaje Mo. Alguien de este linaje solo podía amar a una persona durante toda su vida.

Ese amor era eterno y nada podía cambiarlo. Esa era la razón por la cual aquellos con el Linaje Mo eran extremadamente protectores con sus parejas, pues convertirse en su otra mitad significaba recibirlo todo de la otra persona. Te di todo lo que soy, así que tu todo es mi todo. Eres mío y yo soy tuyo.

Hei Anjing calmó su ira esta vez. Esa era la primera vez que Cao Xinsheng lo ofendía. Estaba dispuesto a perdonarlo por esta vez.

—Cuida tus palabras la próxima vez. La persona que he elegido no puede ser menospreciada —dijo Hei Anjing.

—Mis más profundas disculpas. Juro que no volverá a ocurrir —dijo Cao Xinsheng—. Pero, Joven Señor, la herida en su alma es demasiado grave. Esta es la razón por la cual el maestro me encomendó descender a esta pequeña estrella. El maestro quería que le entregara esto.

Cao Xinsheng presentó piedras del alma de un rojo sangre y un blanco cristalino a Hei Anjing. Con la ayuda de estas piedras del alma, Hei Anjing podría sanar sus heridas y fortalecer los fragmentos del alma de su otra mitad. Al ver las piedras, los iris plateados de Hei Anjing brillaron, movió la mano y las piedras flotaron hacia él. Una suave sonrisa apareció en su rostro.

Era una verdadera sonrisa que solo aquellos del mismo linaje que él y su otra mitad podían recibir.

Hei Anjing sonrió porque sabía que estas piedras del alma de rango divino eran un regalo de su amado tío. Su tío y su tío político siempre lo habían consentido, incluso antes de tener sus propios hijos. Su arma personal del alma, la Guadaña de la Muerte, era un arma refinada personalmente por su tío. Era irrompible y solo él y su otra mitad podían empuñarla.

Con otro movimiento de su mano, ocultó las piedras en su espacio de inventario personal. Un espacio en el que ni siquiera su sistema tenía autoridad.

—Dile a mi tío que estoy muy complacido con el regalo y dale las gracias en nombre de A'Xia —dijo Gui Lan.

Cao Xinsheng sonrió al escucharlo.

—El maestro estará encantado de escuchar eso del Joven Señor. ¿Hay más órdenes?

—Envía un mensaje personalmente al actual Vice Lord God del Sistema Inferior. Dile que mis recuerdos han regresado y que actúe como siempre. Hay demasiados ojos observando. No debe permitir que nadie más se acerque al cuerpo de A'Xia mientras reúno sus fragmentos restantes. Si falla en proteger el recipiente de A'Xia, lo mataré y lo devolveré a la nada —dijo Hei Anjing.

—En cuanto a los problemas de los destructores en este mundo, puedes dejarlo en mis manos. No es más que una hormiga a la que he decidido ignorar. Lo ejecutaré personalmente, ya que se atrevió a apuntar a los fragmentos del alma de mi otra mitad. Puedes retirarte ahora.

—Obedeceré sus órdenes.

Cao Xinsheng saludó por última vez. Antes de irse, volvió a la normalidad y dejó la pequeña estrella como se le había ordenado. No necesitaba descender más allá de lo necesario, después de todo, Hei Anjing ya estaba en este mundo. Una vez que la otra persona se marchó, los dos sistemas que habían sido forzados a apagarse y Liu Yan, quien había sido hechizado para dormir, despertaron.

Los ojos de Hei Anjing volvieron a un tono aguamarina.

—(Yue): ¿Anfitrión, ese venerable es... alguien del Sistema de Dioses?

—Sí. Solo es un viejo al que no le aprobaron sus vacaciones —respondió Gui Lan.

—(Baize): ¡Anfitrión, anfitrión! ¡Anfitrión tonto! ¡Despierte! ¡Liu Yan, dormilón!

El gatito blanco de repente arañó al Profesor Sen y lo obligó a despertar. Cuando este último abrió los ojos, sintió tanto dolor en el rostro que las lágrimas rodaron por sus mejillas.

—¡Ay~! ¿Por qué me arañaste la cara, Xiao Baize? ¿No me digas que has estado celoso de mi bonito rostro todo este tiempo?

—(Baize): ¡Tsk! Sí, así que déjeme arañarlo unas cuantas veces más. ¡Mi anfitrión idiota!

El gatito blanco le dio más arañazos y más. Hasta que su anfitrión no se atrevió a tocarse el rostro nuevamente.

—¡Duele~! Eh, ¿Esa persona se fue? —dijo el Profesor Sen al no encontrar al hombre con túnicas de antes.

Luego miró a Gui Lan, quien disfrutaba de su té.

—¿Mi señor, esa persona se fue? Pensé que había venido como refuerzo —dijo Sen.

—Le dije que yo sería suficiente para limpiar esto. Solo sigue el plan que te indiqué. Tus recompensas se duplicarán cuando completes tu tarea en este mundo. Concéntrate en eso —dijo Gui Lan mientras se levantaba, preparándose para irse a descansar por la noche.

Desconcertado, el Profesor Sen respondió.

—¡Oh~! ¡Entendido!

Después de eso, Gui Lan se retiró y el par de sistema y anfitrión se quedó solo en la habitación.

—Xiao Baize, ¿Por qué estás tan callado?— preguntó Sen.

—Me preguntaba qué tan gruesa es su piel para hablar con el Venerable Señor de esa manera sin miedo. No sé si es un genio celestial o solo un idiota con suerte.

—¿Qué quieres decir? —preguntó Sen con la ignorancia pintada en su rostro.

—Suspiro~ Supongo que es lo segundo.

Traducido por: Valiz

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