Renací Como Una Chica Dragón Con Un Sistema- Novela capítulo 25

Capítulo 25 - Dos aliados improbables, primera parte

—¡Parece que no he llegado tarde a la fiesta! —dijo Ray riendo. Renne trotó hacia él y le dio un abrazo antes de volverse hacia Celie y decirle: —¡Cecilie, mata ya a los monos!—

—Claro que mataré a los monos. —se burló Cecilie mientras apuntaba con su arco. Pero no apuntaba a los monos, sino a Renne. Tiró de la cuerda del arco hacia atrás y la soltó sin vacilar.

—¡Zorra! [¡Muro de viento!] —Gritó Renne y lanzó rápidamente un hechizo defensivo para bloquear el ataque.—Cecilie, ¿qué significa esto? ¿Estás protegiendo a ese monstruo?

—Kana es mucho más digna de confianza que todos ustedes. Renne, creí que odiabas a Ray. Me pareció curioso que los dos desaparecieran después de que huyeramos del oso cornudo de tres ojos. Supongo que los dos se fueron a coger ¿Te prometió una buena parte del dinero por capturar a Kana para que te abrieras de piernas? ¿No te das cuenta de que si no hubiéramos seguido a Kana, todos habríamos muerto? ¡Te estás volviendo contra alguien que te salvó! —Cecilie estaba enfadada. Sabía que tramaban algo, pero no pensó que sería algo como esto. También sabía que sonaba como una hipócrita. Sobre todo después de decir que quería matar a Kana, pero en realidad, nunca planeó acabar con la vida de Kana. Sólo quería ver lo fuerte que era Kana.

—¿Eres estúpida? ¡Es sólo un maldito monstruo! ¿No te das cuenta de cuánto dinero podríamos sacarle al padre de Ray si le regaláramos un dragón? —Renne no podía entender por qué Cecilie estaba tan dispuesta a proteger a Kana, ni podía entender por qué Cecilie no podía entender cuánto dinero sacarían de esto.

Al principio, después de escapar del oso cornudo de tres ojos, Ray había apartado a Renne y le había dicho que planeaba vender a Kana y conseguir una suculenta recompensa por entregarla a su padre. Luego dijo que se aseguraría de que ella recibiera una recompensa mayor que el resto si se convertía en su mujer. Renne, ávida de dinero, asintió con la cabeza, aceptando al instante sus condiciones. Thane no tuvo más remedio que seguir el plan, le gustara o no, e Isabella formaba parte de la Santa Iglesia de Yuthia, que despreciaba a todas las razas.

La única que no lo sabía era Cecilie. A Ray no le gustaba Cecilie y no iba a dejar que se enterara. Planeaba que todos regresaran primero a la ciudad y reunieran refuerzos antes de volver al bosque sin Cecilie. Nunca esperaron encontrarse con Kana a las afueras del bosque. Esto facilitaba las cosas, ya que no necesitaban buscarla. Ahora sólo necesitaban una forma de mantener a Kana con ellos hasta que tuvieran refuerzos. Pero fue entonces cuando Cecilie, ajena a su plan, pidió ayuda a Kana facilitándoles las cosas para iniciar su plan.

—¡Esto no te diferencia de las chicas que trabajan en los burdeles! —gritó Cecilie. No podía creer que Renne se vendiera por dinero.

—No tengo porqué darte explicaciones. Pero ya que estás contra nosotros, ¡eso significa que eres nuestro enemigo! Mátala y agarra al maldito lagarto! —gritó Renne.

Ray soltó una carcajada e hizo un gesto con la mano, indicando a sus hombres que atacaran. Miró a Cecilie y dejó escapar un suspiro.

—Es una pena ver morir a semejante belleza. Te diré una cosa, Cecilie, si tú también accedes a ser mía, te dejaré vivir. Suena bien, ¿verdad?

—¡Vete a la mierda! Por eso odio a los humanos —Cecilie gritó y levantó su arco una vez más. Metió la mano por detrás y cogió tres flechas, y las clavó todas. Luego tensó la cuerda del arco y las soltó. Volaron por el aire como un rayo. Pero incluso con lo rápido que iban, dos fallaron su objetivo porque las esquivaron, mientras que una aterrizó en el pecho del tercer soldado. Le había dado justo entre las placas metálicas del pecho del hombre. No tuvo más remedio que saltar hacia atrás y disparar unos cuantos más.

Kana observaba cómo todo se desarrollaba ante ella. No estaba segura de si Cecilie estaba de su lado o no, pero por lo que parecía, esa gente quería matar a Cecilie. No sabía si debía huir o matarlos a todos y salvar a Cecilie. Se sentía un poco confundida.

—Lysairth, ¿qué debo hacer?

—Tenemos que matarlos aquí y ahora. Si estoy en lo cierto, tienes la ventaja de la velocidad. Sólo abalánzate sobre la perra que te envió la bola de fuego y arráncale el cuello de un mordisco. Yo te cubriré las espaldas. No tengas miedo de ser golpeado por sus espadas. Tu defensa es lo bastante fuerte como para repelerlos sin apenas sufrir daños. Ahora hazlo. —Lysairth quería sacar a Kana de este lugar lo antes posible. Pero también era de las que no dejaba morir a alguien que estaba dispuesto a defenderla. Cecilie demostró que estaba dispuesta a ponerse del lado de Kana. No dejaría que Cecilie muriera aquí.

Kana se escabulló entre los arbustos mientras todos los demás se centraban en Cecilie. Utilizó su velocidad y se abrió paso rápidamente alrededor del grupo. A Kana le resultaba gracioso lo desconcentrada que estaba la gente. Ella había desaparecido del lado de Cecilie, pero ellos sólo se centraban en Cecilie y no en su verdadero objetivo.

—Espera, ¿dónde está el dragón? —Renne gritó de repente. Cuando por fin se dio cuenta de que Kana se había ido.

—Aquí mismo, perra estúpida. —El sonido de la voz de Kana procedente de detrás de ella hizo que Renne se diera la vuelta e intentara bloquear el ataque, pero fue demasiado lenta.

Kana se abalanzó, agarró por los hombros a Renne y le mordió el cuello. Kana tenía la boca abierta y los dientes afilados. Mordió limpiamente el delgado cuello de Renne, separando su cabeza del cuerpo. Ray, que estaba junto a Renne, estaba empapado en sangre y se quedó helado en el sitio. Le costaba comprender lo que acababa de ocurrir. Sólo recobró el sentido cuando algo húmedo le golpeó la cara y luego cayó al suelo. Miró hacia abajo y vio un trozo de carne en el suelo. Era la parte del cuello de Renne que Kana acababa de morder.

Kana se limpió la boca y, con expresión de asco, exclamó.

—¡Diablos! Los humanos saben asqueroso.