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Renací Como Una Chica Dragón Con Un Sistema- Novela capítulo 33

Kana y Cecilie se encontraban frente a una grieta entre dos acantilados rocosos cuya altura era similar a la de enormes montañas, casi alcanzaban el cielo. A poca distancia de ellas había una gran abertura que daba a una cueva. Kana ya podía oler el hedor que salía de la grieta. El suelo estaba lleno de huesos.

—Esperemos que este monstruo no sea demasiado fuerte.

—De cualquier forma, prefiero morir ante él que dejar que los humanos me atrapen. Pensar en sus manos tocándome me pone enferma. —Cecilie puso cara de asco mientras escupía al suelo.

—Entonces, vámonos. —Kana intentó estar tranquila, pero su voz seguía temblando. Tenía miedo a la muerte, pero tampoco quería estar atrapada en una jaula en algún lugar como mascota de alguien. Cecilie se dio cuenta de que Kana también tenía miedo. Era obvio por la forma en que su cola estaba metida entre las piernas mientras caminaban hacia la cueva.

Dentro de la cueva, se agitaba un bulto de pelaje esponjoso. Blanco de la cabeza a los pies, con una nariz rosada y grandes ojos en la cara. Levantó la cabeza, miró a los dos intrusos que tenía delante y soltó un gruñido bajo. Se levantó despacio y desplegó sus largas y esponjosas orejas mientras salía lentamente de la cueva. En la cabeza tenía tres cuernos que brillaban a la luz del día.

La primera y última reacción de Kana al ver a esta gran criatura esponjosa fue abrir mucho los ojos y que la saliva le goteara de la boca al suelo.

—¡Es un conejo enorme!

El miedo que una vez tuvo desapareció mientras saltaba hacia el conejo gigante que tenía delante y que era cuatro veces más grande que ella. El conejo gigante de tres cuernos miró a la lagartija que corría hacia él con la baba goteando de sus dientes y los ojos de un animal que había pasado hambre durante meses y dio un paso atrás. Sí, este orgulloso conejo tri-cuerno de tercera evolución había dado realmente un paso atrás por miedo a los ojos de Kana que sólo lo veían como comida.

—¡Kana! ¡Ese no es un conejo con cuernos normal! Tienes que tener cuidado. —Lysairth intentaba calmar a Kana para sacarla de su estado de locura por el hambre. Sabía que Kana no había podido comer nada desde que Cecilie y ella luchaban contra monstruos día y noche. Tampoco esperaba que el monstruo fuera algo que Kana reconociera como comida. Y ahora, como estaba básicamente en un estado zombi que sólo le hacía pensar en comer comida, las palabras de Lysairth no le llegaban.

Kana estaba cegada por su hambre mientras caminaba directamente al conejo de tres cuernos. Saltó en el aire y abrió la boca, preparándose para devorar el jugoso conejo que tenía delante. Para Kana, el conejo ya estaba asado y esperando a ser comido. El conejo aturdido recobró el sentido cuando sintió un dolor agudo en la pata delantera derecha, que le hizo gritar de dolor. Sacudió violentamente su enorme pata, intentando que Kana la soltara, pero era como si estuviera pegada a él, no dispuesta a soltarlo. Golpeó a Kana contra el suelo una y otra vez, pero ésta no parecía querer renunciar a soportar el dolor por la comida que tenía delante.

Cecilie, que seguía con la mano estirada en el mismo movimiento como si fuera a intentar detener a Kana, contemplaba atónita la escena que tenía delante. Nunca había esperado que las cosas se desarrollaran así. Parecía que el conejo de tres cuernos se estaba poniendo nervioso mientras su sangre empezaba a manar de su profunda herida.

Mientras todo eso ocurría, a poca distancia, una gran figura caminaba olfateando aquí y allá. Cuando por fin percibió cierto olor, su gran cabeza con ojos inyectados en sangre se giró y miró en la dirección de la que procedía el olor. Soltó un gruñido grave mientras se levantaba sobre sus patas traseras y utilizaba las delanteras para aplastar el árbol que tenía al lado. Sus tres ojos se entrecerraron con rabia y de repente corrió hacia la dirección de donde venía el olor.

***⚔***

—Maestro, ya estamos listos. Podemos partir esta noche si lo desea. —anunció un hombre mientras se arrodillaba frente a Walter.

— ¡Bien! Ve, trae de vuelta a mi nueva esposa y el gran premio, un dragón vivo de verdad. Y pensar que un dragón aparecería después de tantos largos años. —Walter estaba impaciente por tener ambos en sus manos. Cuando el hombre se marchó, Walter se acercó a su estantería, llena de cientos de libros. Agarró cierto libro y lo inclinó hacia él. Se oyó un tintineo y la estantería que tenía delante empezó a temblar. Poco a poco, una parte de la vitrina se abrió, mostrando unas escaleras. Era una habitación oculta.

Walter bajó por la escalera, contemplando cada uno de los cuadros de la pared. Sonrió mientras los contemplaba. Cada cuadro representaba a una joven de edades comprendidas entre los catorce y los veinte años. Al final de la escalera había una puerta de madera. La empujó y un fuerte hedor a hierro y heces le llenó la nariz. Una sonrisa cruel e insensible apareció en sus labios al entrar en la habitación.

—Ah... qué pena. Podrías haber vivido más si te hubieras limitado a dar a luz... Pero, por desgracia, ni siquiera pudiste aguantar algo como eso.

Colgada de un gancho, sin ropa y cubierta de quemaduras y heridas abiertas, había una joven de unos dieciocho años. Sus ojos no tenían luz. Estaba claro que ya había muerto. Walter se acercó y acarició su cuerpo con las manos.

—Al parecer el cuerpo aún está tibio…¡Estupendo, aún puedo follarla!

[Traducido por: Yves  ૮ ˙Ⱉ˙ ა ]

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