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Renací Como Una Chica Dragón Con Un Sistema- Novela capítulo 41

—Cecilie, vámonos mientras podamos. No podemos seguir en este bosque —Kana sabía que lo que decía Lysairth era cierto. Si se quedaban aquí, lo más probable era que los volvieran a atacar. La única opción que les quedaba era abandonar este lugar y dirigirse a una nueva tierra lejos de los humanos.

—Sí, deberíamos. Pero Kana, te prometo que un día volveremos aquí y acabaremos con cada uno de esos malditos humanos. Encontraré al noble que se llevó a mi madre y lo mataré junto con el padre de Ray, que quería capturarte. Esperaremos nuestro momento y nos haremos más fuertes para que nadie en este mundo pueda detenernos. —Cecilie también sabía que lo mejor era marcharse pero odiaba que aquel que quería capturarlas siguiera con vida. Se juró a sí misma que volvería algún día y acabaría con los que intentaron hacerles daño a Kana y a ella.

Las dos partieron hacia el oeste, en dirección a los dominios semihumanos. Sería el lugar más seguro para Kana y Cecilie. Una era un dragón parlante mientras que la otra era ahora una Sith felina. Si realmente deseaban poder tener una vida decente, ese era el lugar donde debían estar. No todos los semihumanos eran humanoides; algunos seguían pareciéndose a los monstruos con los que empezaron, lo que era un lugar perfecto para Kana hasta que se hiciera más fuerte.

Aunque Kana estaba un poco triste, no podía hacerse más fuerte de inmediato. Aun así, estaba entusiasmada con el viaje que estaba a punto de emprender. Explorar las tierras que la rodeaban era sin duda una experiencia emocionante para Kana, alguien que creció viendo más ladrillos que árboles. Pero hasta el momento, sólo llevaba una semana en este mundo y ya la habían puesto en muchas situaciones de vida o muerte. Pero también conoció a dos compañeras a las que sabía que podía confiar su vida. Esperaba que, aunque las cosas empezaran mal, a partir de ese momento pudieran vivir una aventura más despreocupada. Luchar contra monstruos, subir de nivel y explorar nuevas tierras con Cecilie a su lado.

Cecilie también sentía lo mismo que Kana. Sentía que, tras su evolución, había renacido por completo. Ya no era una humana, su sueño por fin se había hecho realidad y se sentía mucho mejor consigo misma. Ya no se miraba las manos con asco. Le gustaban mucho sus nuevas orejas y cola de gato. También se sentía mucho más unida a Kana ahora que era una semihumana. Sólo pensar en las aventuras que vivirían en el futuro la entusiasmaba.

Las dos chicas viajaron hasta el anochecer y sólo acamparon cuando el sol por fin se puso más allá del horizonte. Habían estado siguiendo un pequeño río que conducía hacia el dominio de los semihumanos. Sorprendentemente, el lugar donde se detuvieron ya estaba ocupado por unos cuantos carruajes tirados por caballos escamados. Kana y Cecilie acamparon cautelosamente más lejos y empezaron a cocinar unos conejos cornudos que habían cazado antes.

—Kana, si parecen hostiles, correremos tan rápido como podamos para alejarnos de ellos —Cecilie no sabía si los dueños de los carruajes eran humanos o no, y si lo eran, no se fiaría de ellos.

Todavía estaban lejos de la frontera, y era muy probable que esas personas pudieran ser mercaderes, pero eso no significaba que no tuvieran vínculos con alguno de los nobles de la zona. También existía la posibilidad de que los dueños del carro fueran también semihumanos. Que si ese era el caso, la necesidad de huir era mucho menor, pero aun así debían estar en guardia por si estaban relacionados con algún noble. Cecilie siempre había vivido su vida, sin confiar demasiado en nadie.

—Ustedes dos estarán a salvo. Esos son hombres conejo —anunció Lysairth para tranquilizar a Kana. Ella sabía que las dos se ponían nerviosas cada vez que veían a alguien más. Pero la dirección a la que se dirigían era utilizada principalmente por mercaderes semihumanos.

Sólo los pueblos y ciudades de la zona comerciaban con productos semihumanos, que eran difíciles de conseguir. Sus especias y algunos de sus otros alimentos eran cosas que sólo se podían comprar a estos mercaderes. Todos ellos tenían permisos especiales que les permitían comerciar en determinadas ciudades. Los nobles e incluso la familia real encargaban estos productos y los enviaban a la capital. Estos comerciantes eran tratados con respeto sólo por los bienes que vendían. Si no fuera por eso, serían tratados como cualquier otro semihumano.

Escuchar las palabras de Lysairth calmó a Kana, y cuando le contó esta información a Cecilie, ésta también bajó ligeramente la guardia. Las chicas comieron sus conejos asados mientras planeaban el día siguiente. Pero mientras hablaban, un joven conejo se acercó a ellas.

—¡Hola! Buenos días.

Cecilie y Kana, que estaban en medio de comer carne de conejo, pusieron expresiones extrañas al ver al hombre conejo de pie ante ellas. Por alguna razón, ambas se sentían muy culpables, como si acabaran de comerse a la hermana o al hermano de este hombre conejo.

—Eh, yo...— Kana empezó a hablar.

El hombre conejo ladeó la cabeza, confundido.

—¡Siento mucho haberme comido a tu hermano! —Kana se arrodilló de repente y se postró frente al hombre conejo.

[Traducido por: Yves  ૮ ˙Ⱉ˙ ა ]

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