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Renací Como Una Chica Dragón Con Un Sistema- Novela capítulo 50

—Lo comprendo. Haré todo lo posible para no ser un obstáculo. Si las cosas se ponen muy mal, solo dejenme atrás —La Princesa Tilia sabía que había arrastrado a estos dos a su propio lío. Y a pesar de que no les gustan mucho los humanos, todavía estaban dispuestos a llamarla amiga y también estaban dispuestos a ayudarla.

—Muy bien, Kana, tenemos que encontrar la manera de pasar la frontera con... ¿Kana? —Cecilie miró a su alrededor y no vio a Kana por ninguna parte.

—¡Cecilie, allí arriba! —La princesa Tilia señaló por encima de ellas. Ya habían llegado al muro fronterizo y se encontraban lejos del puesto de control que conducía al Reino Rural. Esta era la única forma de entrar, a menos que de alguna manera pudieran sobrevolar el muro sin ser detectadas.

Cecilie levantó la vista en la dirección que señalaba la princesa Tilia y casi se le cae la mandíbula al suelo al ver la figura roja que trepaba lentamente por el muro.

—Kana, ¿qué estás haciendo?— gritó Cecilie al ver a Kana escalando la pared.

Kana ignoró la pregunta de Cecilie y acercó la cabeza a la piedra que tenía delante, y la miró con curiosidad. Tenía una “X” roja. Una marca que atraería a cualquiera con una personalidad curiosa. Kana alargó la garra para pinchar aquel peculiar símbolo.

—¡Espera, Kana, no toques eso que te vas a morir! —Lysairth intentó advertir a Kana, pero ya era demasiado tarde...

Todo el cuerpo de Kana empezó a sacudirse mientras la electricidad la atravesaba. Acabó perdiendo el agarre a la pared y cayó hacia atrás, estrellándose contra el suelo.

—¡Kana! —Cecilie corrió hacia donde había aterrizado y la encontró tendida, con marcas negras en la piel y unas cuantas chispas de electricidad saliendo de sus cuernos.

—Creo que no debía tocar la 'X' roja… —murmuró Kana mientras permanecía tumbada mirando al cielo. De vez en cuando, se retorcía. Lysarith también estaba afectada por el shock y no pudo evitar maldecir a Kana en su mente. Maldijo aún más cuando oyó lo que Kana había dicho. Por supuesto que no debía tocarla.

—¡Kana, espera, te curaré! —La princesa Tilia también se acercó corriendo preocupada, hizo algunos movimientos estilizados con sus manos y una intensa luz verde envolvió a Kana con suavidad, curando las heridas en sus escamas. Al cabo de unos minutos, Kana estaba completamente recuperada.

—¡Juro que jamás volveré a hacer eso! —Kana se levantó de un salto y sacudió todo el cuerpo para quitarse la suciedad antes de desear una sonrisa a Tilia—Gracias.

—¿En qué estabas pensando? Los muros de la frontera están llenos de trampas. Tienes suerte de que no te haya matado. —reprendió Cecilie. No tenía ni idea de por qué Kana había intentado escalar el muro.

—Pensé que merecía la pena intentarlo, además si no hubiera tocado aquella piedra habría llegado hasta arriba… —Kana se quejó. Se sentía un tanto estúpida por haber tocado la piedra con la 'X' roja, pero bueno, al menos ahora sabía que no había que tocarlas.

—Olvídalo, ya se nos ocurrirá otra cosa… —Cecilie no quería arriesgarse a otro percance. Cecilie sabía que si hubiera sido la princesa Tilia o ella misma la que hubiera tocado esa trampa, habrían muerto.

—¿Pero cómo vamos a pasar el muro si no podemos atravesar la puerta? —Preguntó Kana.

—De esto todavía no estoy segura. Sólo necesitamos una forma de escondernos para… —Cecilie miró y vio una larga fila de carromatos que se acercaban. Eran mercaderes que acababan de terminar su ruta comercial. Con el número de carretas, lo más probable es que se hubieran reunido y estuvieran agrupados para detener cualquier amenaza que pudiera surgir por el camino—¡Kana, ve a cazar un conejo con cuernos y córtale las orejas y la cola! Ya que estarían buscando a una princesa humana, sólo tenemos que convertir a Tilia en una bestia.

—¡Buscaré uno con orejas muy bonitas para Tilia! —Kana corrió a hacer lo que Cecilie le pedía. Volvió rápidamente con un par de orejas y cola de conejo, ambas empapadas en sangre.

—Pasamelas —Cecilie rebuscó en su bolso y sacó un pequeño kit de costura. Primero se encargó de limpiar muy bien las orejas antes de ponerse a coser los extremos. Luego cogió unas hojas largas de hierba y una rama delgada y flexible y se hizo una diadema antes de atar las orejas de conejo a ellas—Tilia, ponte esto.

Tilia cogió las orejas de conejo con lágrimas en los ojos y se las puso en la cabeza. Sin embargo, estas no se mantuvieron erguidas y le golpearon la frente, lo que hizo que Tilia quisiera llorar aún más. Pero sabía que todo esto era para poder cruzar la frontera. Mientras se sentía deprimida, Cecilie fue detrás de ella y le cosió la cola de conejo cornudo a los pantalones y la ropa interior para que se moviera correctamente al caminar—Bien, ahora sólo tienes que dejarte puesta esta capa para cubrirte la cabeza. Las orejas no deben estar del todo visible

Cecilie se puso a trabajar ajustando la capucha de Tilia, y cuando por fin estuvo satisfecha, Cecilie asintió con la cabeza aprobando su propio trabajo.

—Bien, con esto debería bastar. Venga, vámonos. Oh,por cierto, si alguien te habla, no hables. Sólo asiente con la cabeza en señal de reconocimiento, ¿de acuerdo? Yo me encargaré del resto.

[Traducido por: Yves  ૮ ˙Ⱉ˙ ა ]

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