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Renací Como Una Chica Dragón Con Un Sistema- Novela capítulo 68

Kana resopló cuando oyó gritar al hombre. Podría asar fácilmente a todos aquellos hombres y ganar al instante, pero decidió poner a prueba su nueva fuerza. Bajó su pequeño cuerpo y caminó hacia delante. Para los hombres, fue como si su cuerpo hubiera desaparecido de lo rápida que era. Antes de que se dieran cuenta de lo que estaba pasando, una niña estaba de pie sobre los hombros del hombre que gritó.

—Pareces incapaz de capturarme, pero por desgracia para ti, yo puedo capturarte fácilmente.

El hombre estaba horrorizado. Sintió como si una mini parca hubiera salido de la nada y ahora estuviera de pie sobre sus hombros. Antes de que pudiera reaccionar, Kana pisó con su pie derecho tan fuerte como pudo, arrancándole por completo el hombro y el brazo, lo que hizo que el hombre soltara un grito que le heló la sangre. A continuación, Kana saltó en el aire y aterrizó frente al hombre. Alargó la mano y le quitó la espada de la cintura con una sonrisa en la cara: —Gracias.

Todos los demás hombres estaban demasiado sorprendidos para reaccionar antes de saber lo que estaba pasando. A su líder le faltaba un brazo y yacía en el suelo sobre un charco de su propia sangre. Y frente a ellos había una joven con una espada en la mano.

—¡Siguiente!

—¡Joder! ¡Matenla!  —Alguien reaccionó por fin y cargó hacia Kana. Blandió su espada hacia la cabeza de Kana. Kana se quedó allí de pie y ni siquiera se movió cuando la espada se estrelló contra su mejilla. Saltaron chispas y se oyó el sonido de metal contra metal cuando la espada le rozó la cara. Esto aterrorizó completamente al hombre haciéndole retroceder rápidamente.

—Mon...— Empezó a decir el hombre.

Kana ladeó la cabeza y preguntó: —¿Mon?

—¡Monstruo! Corre! —El grito del hombre hizo volver en sí a todos los demás hombres, que rápidamente se dieron la vuelta para correr. Algunos ni siquiera sabían por qué corrían, pero aun así lo hicieron.

La más sorprendida de todos fue Kana, que se quedó allí con una espada en la mano y la boca abierta.

—¿Monstruo? ¿Yo? ¿Cómo puedo ser un monstruo? ¿Acaso no soy linda?

Kana se sintió contrariada por esto, haciendo que sus mejillas se hincharan mientras daba un pisotón y se lanzaba a la persecución.

—¡Bastardos, de quién huyen y a quién llaman monstruo! Esta gran diosa Kana los comerá vivos.

Sólo se oían gritos de la palabra monstruo mientras Kana se abalanzaba de hombre en hombre que huía. La espada que tenía en la mano, aunque era vieja y parecía que iba a romperse con facilidad, era como una espada legendaria en manos de Kana. Con cada golpe, partía a alguien por la mitad mientras pasaba a su lado. Cuando llegó al último hombre, ya estaba en la entrada de la zona subterránea, que daba a la calle, cerca de un almacén de los barrios bajos. La entrada estaba muy cubierta de follaje, por lo que era difícil de ver. —Parece que he encontrado la salida. —Kana miró a su alrededor, pero no vio a nadie. Cuando Lysarith dio el visto bueno de que estaba despejado, Kana volvió a bajar por los túneles hasta donde la esperaba Kiliffia.

—¡No, suéltala! —Se oyó un grito procedente de más adelante en el pasillo.

—¡Jajaja! Al menos llevaré a uno de ustedes conmigo, ¡así ese monstruo no podrá atacarme! —Gritó un hombre.

Kana se apresuró a ver a un hombre que sostenía en brazos a una niña de unos siete años mientras Kiliffia miraba desesperada. Se sentía impotente. Al ver a la niña llorar delante de ella y sabiendo que Kana le había confiado a los niños, Kiliffia se armó de valor y cargó contra el hombre.

—¡Suéltala!

—¡Ja! ¿Crees que puedes detenerme? —gritó el hombre antes de desenvainar la espada que llevaba en la cintura y lanzar un tajo hacia Kiliffia. El rostro de Kiliffia palideció, y ya era demasiado tarde para detenerse. Sólo pudo levantar los brazos por encima de la cabeza y cerrar los ojos, esperando a que llegara el dolor.

—Tú... Deberías ser amable con mi peluche. —Una dulce voz joven vino de delante de Kiliffia, haciéndola abrir los ojos. Frente a ella, una pequeña figura de llameante cabello rojo con la mano levantada, deteniendo la espada en el aire entre dos de sus dedos.

El hombre miró a Kana con gran temor en los ojos. Cuando ella empezó a masacrar a los demás, él había utilizado la magia de portal de su espada para escapar sin que ella se diera cuenta. Pero ahora ella había vuelto. Todo su cuerpo empezó a temblar, y su agarre de la joven en sus brazos se hizo más fuerte, haciendo que la joven gritara.

—¡Atrás o la mato!

El hombre intentó llevar la espada que tenía en la mano a la garganta de la chica, pero se dio cuenta de que no podía moverla en absoluto. No importaba cuánto tirara, no se movía.

—¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Suéltala! ¡Maldito monstruo!

Las mejillas de Kana se inflaron. Estaba harta de que la llamaran monstruo a diestro y siniestro. —¡Monstruo esto! ¡Monstruo esto! ¿Qué tal si te conviertes en mujer? —Con estas palabras, Kana no dudó lo más mínimo y pateó al hombre en la entrepierna.

[Traducido por: Yves  ૮ ˙Ⱉ˙ ა ]

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